Su simpatía innata y su apariencia impoluta atraen a propios y a extraños. A los Bichón Frisé les encanta recibir atenciones, por lo que se esfuerzan en agradar a todo el mundo. Confundidos a menudo con los Caniches, pueden diferenciarse por su tamaño más pequeño, su cabeza de aspecto redondeado y su hocico corto. Si buscas un can que te colme de mimos, este pequeñín es la opción ideal. Conoce más sobre la raza en esta guía.

Datos básicos

  • Altura a la cruz: entre 25 y 29 cm de altura, según indica la FCI
  • Peso: aproximadamente 5 kilos, en proporción al tamaño
  • Esperanza de vida: entre 14 y 15 años
  • Ideales para: vivir en casas o en pisos pequeños; personas mayores; ejercer como perros de terapia.

Orígenes del Bichón Frisé

Se cree que provienen de la isla de Tenerife y que fueron llevados a Europa continental por marineros franceses. Durante el Renacimiento recalaron en Italia y en Francia, aunque fue en este último país donde se popularizaron. Debido a su parecido con los Barbet se les llamó “Barbichones”, un término que luego derivó en el actual Bichón. No tardaron en convertirse en uno de los favoritos de la aristocracia francesa, inglesa y española.

Goya, durante su etapa como pintor de la Corte, incluyó varios ejemplares de esta raza en sus trabajos. Ya en el siglo XIX se extendieron entre la población y fue posible verles en espectáculos de circo, pero también como perros de ayuda. Las guerras mundiales diezmaron la raza y casi provocaron su extinción. La labor de recuperación llevada a cabo por criadores franceses y belgas hizo que actualmente se les considere una raza franco-belga.

Características físicas del Bichón Frisé

Estos canes poseen un cuerpo pequeño y, vistos de perfil, tienen un aspecto más largo que alto. Se mueven con energía y gracia. Llevan el cuello siempre en alto, lo que les da un porte orgulloso. La línea superior está ligeramente arqueada en el lomo, con la grupa redondeada y el pecho largo.

Poseen una pelvis ancha y muslos potentes. Los pies son redondos y apretados, de color oscuro. La cola se inserta apenas debajo de la línea superior, suelen llevarla elevada y curvada, sin tocar el dorso.

La cabeza es proporcional al cuerpo. Su pelaje le da un aspecto redondeado, aunque es más bien plana. Debe estar completamente cubierta de pelo blanco, con tres puntos oscuros que forman un triángulo equilátero invertido: los dos ojos y la trufa. El hocico es corto y ancho, con mejillas planas. Las orejas se insertan encima de los ojos, son triangulares y caen hacia delante.

El pelaje, por otro lado, es abundante y de doble capa. El interno es suave y denso, mientras que el externo es profuso y rizado; no debe ser lacio ni lanudo. Tampoco se acepta un manto enmarañado. El color típico es el blanco puro, aunque durante su época de cachorros el tono puede ser más bien champán.

El temperamento del Bichón Frisé

Sin lugar a dudas, un Bichón Frisé debe estar junto a su familia. Pocas razas demuestran una actitud tan sociable y cariñosa como estos algodoncitos. Suelen estar siempre de muy buen humor, listos para dejarse acariciar, acompañarte a dar una vuelta o a jugar por el patio.

Extremadamente juguetones y traviesos, los niños son sus socios perfectos para pasarlo bien. Pueden convivir con pequeños de todas las edades, aunque debes tener en cuenta que, por su fragilidad, pueden lastimarse. Es recomendable que los niños sepan tratarles con cuidado y respeto.

Estos canes no toleran nada bien la soledad. De hecho, en estas situaciones tienden a desarrollar ansiedad por separación y ladrarán y destruirán todo lo que encuentren para avisarte de que no se sienten bien.

Pese a ser demasiado amistosos para enfrentarse a los intrusos, son buenos para dar la alerta, pues tienen un carácter atento. Por esta razón, ladrarán justo antes de que alguien toque el timbre. Eso sí, les recibirán moviendo la cola. Debido a esta simpatía natural son excelentes perros de terapia.

Por lo general son muy inteligentes y aprenden trucos con facilidad. También tienen una veta independiente y terca, por lo que el adiestramiento en obediencia es esencial. El entrenamiento para hacer sus necesidades puede ser difícil, así que recuerda que la paciencia y la firmeza darán mejores resultados que una severidad excesiva.

Cuidados que requiere un Bichón Frisé

Los ejemplares de esta raza tienen el tamaño perfecto para vivir en espacios reducidos. Sin embargo, que sean pequeños no significa que no necesiten hacer ejercicio. Los paseos deben realizarse todos los días y las sesiones de juego también deben ser constantes. Jugar en el patio es la mejor manera de que estén en forma.

Muchas personas tienden a sobreproteger a sus Bichones. Esto puede llevar a que desarrollen una personalidad temerosa o a ser malcriados. Asimismo, debes evitar la tentación de tenerles todo el día en brazos.

Estos canes suelen recomendarse a personas con alergias, pues sueltan poco pelo. En realidad no es que no pierdan, sino que se les queda atrapado entre los rizos. Es por eso que debes cepillarles con frecuencia.

Cuidar su pelaje lleva tiempo. La frecuencia de cepillado debe ser cada dos o tres días, aunque lo ideal es hacerlo más a menudo. Por otro lado, deberías llevar a tu Bichón Frisé al peluquero cada mes o mes y medio para mantener un aspecto aseado.

La zona de las orejas debe ser revisada para remover los pelos que les crecen dentro del oído. De este modo evitarás infecciones. En el rostro debes prestar atención a la zona alrededor de los ojos, pues sueltan legañas y mocos que pueden acumularse causando irritaciones.

¿Cómo es la salud de un Bichón Frisé?

Entre las enfermedades más frecuentes en la raza encontramos la displasia de cadera y la luxación patelar, dos problemas en las articulaciones traseras que pueden provocar problemas de movilidad.

Las afecciones oculares también son frecuentes. Por eso, una higiene adecuada es la mejor forma de evitar infecciones y alergias. También tienden a sufrir cataratas a edades tempranas.

Asimismo, los Bichones Frisé tienen cierta tendencia a padecer complicaciones en la vejiga, como infecciones o piedras. Algunos de los síntomas más evidentes que nos alertan de que algo anda mal son las dificultades para orinar y la pérdida del apetito.