Su carácter alegre y su devoción por los humanos hacen que el Spitz Alemán sea una buena elección como compañero doméstico. Se trata de un can con un temperamento alerta y buen guardián. No es raro que se confunda con otras variedades, como el Pomerania o el Keeshond, pues tiene un linaje común. Sigue leyendo para saberlo todo sobre esta raza canina.

Datos básicos

  • Tamaño: entre 30 y 40 cm de altura
  • Peso: entre 10 y 13 kilos
  • Esperanza de vida: entre 13 y 15 años
  • Ideales para: labores de guarda; familias con niños grandes; vivir en casas con jardín.

Orígenes del Spitz Alemán

Muchos aseguran que el Spitz Alemán es una de las razas de perro más antiguas de Europa Central. Entre sus antepasados se encuentran el Torfhunde o el Spitz de los Lagos. Sus principales tareas eran acompañar a los marinos en sus travesías y resguardar las granjas. También era habitual verles haciendo guardia sobre las colinas, alertando sobre visitantes o intrusos con un sonoro ladrido.

A partir del siglo XVII se convirtieron en canes muy valorados por los aristócratas alemanes e ingleses. El Rey Jorge de Inglaterra fue un entusiasta de la raza y acogió a varios ejemplares durante su reinado. La Reina Victoria también les tenía una gran estima. Con la llegada de la I y de la II Guerra Mundial, su número fue decayendo en Alemania. Para darles un nuevo impulso se cruzaron con ejemplares de Keeshond, una raza holandesa con características genéticas similares.

Principales características del Spitz Alemán

Estos canes son de tamaño compacto, con una apariencia corpulenta por su abundante pelaje. Poseen una espalda ligeramente curvada y un lomo recto y corto. La grupa es fuerte y ancha, con el pecho y el antepecho anchos y bien desarrollados. El vientre está recogido levemente.

Las patas son gruesas y fuertes, rectas y paralelas. Poseen pies negros, apretados y redondos, conocidos como “pies de gato”. La cola es de inserción alta y suelen llevarla en alto, enrollada sobre la espalda.

Los Spitz alemanes tienen una cabeza en forma de cuña, que vista de frente recuerda a la de un zorro. La trufa es redondeada, pequeña y negra. Los ojos son medianos, de forma almendrada y colores oscuros. Sus pequeñas orejas poseen una forma triangular.

El manto es de capa doble, con una lanilla interna corta, suave y gruesa; el pelaje exterior es largo y recto. El pelo no debe estar ondulado, rizado ni partido al medio. Destaca su abundante collar en el cuello y en la zona de los hombros. La cabeza, las orejas y los pies tienen un pelo más corto y de textura aterciopelada.

Hay un amplio rango de colores para el Spitz Alemán, como el negro, el negro y fuego, el blanco, el rojo, el marrón, el anaranjado o crema. El tono gris – lobo presenta características muy particulares, con un degradado grisáceo en todo el cuerpo, hocico y orejas más oscuras y unas “gafas” negras alrededor de los ojos.

Temperamento del Spitz Alemán

Los ejemplares de esta raza son energéticos y adoran complacer a los suyos. Están constantemente buscando ser el centro de atención, a través de payasadas o de ladridos. Aunque toleran a los niños pequeños, prefieren compartir su tiempo con los adultos y los niños mayores.

Con los extraños se comportarán de manera distante. Les cuesta entrar en confianza y, lo más probable, es que traten de controlar la situación todo el tiempo. Por eso, son buenos como guardianes y perros de alerta. La socialización es clave para que no se vuelvan ariscos en exceso.

Debes saber, por otro lado, que ladran bastante y de manera muy aguda. Esto puede convertirse en un hábito molesto para propios y extraños, si no lo controlas desde un inicio. Debido a su necesidad de agradar, son perros fáciles de entrenar. En ocasiones pueden ser tercos, por lo que necesitarás ser firme y no perder la paciencia.

Los Spitz se llevan bien con otros canes y animales del hogar, incluso con los de tamaño pequeño. Pese a su marcado instinto de persecución, pueden convivir con gatos y con conejos si han sido criados juntos.

Cuidados que precisa un Spitz Alemán

Si vives en un piso, no te preocupes. Un Spitz Alemán puede adaptarse bien a los espacios pequeños, siempre y cuando sus necesidades de ejercicio estén cubiertas. No obstante, si resides en un apartamento, procura que esté bien entrenado para que no ladre en exceso y enfade a tus vecinos.

En realidad, el espacio ideal para convivir con uno de estos perros es una casa con un jardín. Perseguir pelotas o correr libremente son sus juegos preferidos. Necesitan – al menos- una hora de actividad diaria, que puedes dividir en dos paseos de 30 minutos o en sesiones de diversión en casa.

Durante estas salidas procura llevarles siempre bien atados, pues son muy curiosos y tienden a meterse donde no deben. En los parques caninos tienes que vigilar para que no se escabullan entre las vallas.

Aunque se adaptan bien a todo tipo de climas, prefieren las temperaturas más bajas. Mudan de pelo dos veces al año, usualmente en primavera y en otoño, así que durante estas épocas deberás cepillarles a menudo para librarte del pelo suelto que queda enredado en su frondoso manto.

¡Por cierto! No se recomienda recortar demasiado su pelaje, pues se debilitará. Asimismo, no debes bañarles con demasiada frecuencia. Su manto es repelente y el barro tiende a salir fácilmente con un ligero cepillado cuando se seca.

La salud del Spitz Alemán

Perros con el Spitz Alemán son especialmente sensibles a las enfermedades oculares, como la displasia de retina o la atrofia progresiva de retina. Ambas afecciones son degenerativas y, en algunos casos, pueden desembocar en ceguera total.

Otra dolencia relacionada con la raza es la luxación patelar, un problema progresivo en la zona de la rodilla; también tienen cierta tendencia a sufrir ataques de epilepsia.

Asimismo, a veces pueden sufrir un colapso traqueal, por una deformación de la tráquea que impide que circule suficiente aire. Esta enfermedad es congénita y degenerativa. Tiene como principales síntomas una tos recurrente, ruidos extraños al respirar y jadeos.