A primera vista, es fácil confundir a los gatos persas con los angora. Su tamaño, sus facciones y el pelo largo pueden hacernos creer que se trata de la misma raza. Sin embargo, son varias las diferencias existentes entre el persa y el angora. Si permaneces a nuestro lado, descubrirás cuál de ellas es más afín a tu estilo de vida y preferencias.
Ambas son razas muy populares y queridas, ya que su belleza y carácter amistoso las convierte en excelentes animales de compañía. No obstante, presentan varias disparidades en cuanto a su temperamento a las que deberías atender si te estás planteando acoger a uno de estos mininos. ¡Empezamos!
Una cuestión de narices
Si reparas en su cara, existe una característica que distingue de forma clara a ambas razas. Nos referimos a la nariz. En el persa es completamente chata y más corta que en la mayoría de gatos. Precisamente, este rasgo braquicéfalo le acarrea varios problemas de salud, como veremos más adelante. En el angora, la nariz tiene la longitud estándar.
La cabeza y las orejas son redondeadas en el gato persa, triangulares en el caso del angora. La complexión es otra de las diferencias más evidentes. En este sentido, los persas son más corpulentos y robustos que los angora, que lucen un porte más alargado y menos cuadrado. Las patas de los persas son más cortas y su pelo, más largo.
Ello deriva en que aparenten ser más rechonchos que los angora. Miden de 40 a 50 cm de alto y pesan 5-7 kg, mientras que los gatos angora se quedan en los 20-25 cm de alto y en los 4-5 kg de peso. Ambas razas pertenecen a las consideradas de tamaño mediano. Sin embargo, su apariencia general comporta que los percibamos de forma distinta.
¿Quién es más juguetón?
Sin lugar a dudas, los persas encarnan al estereotipo de gato dormilón y sedentario que pasa horas y horas retozando en el sofá. Sin embargo, no es menos cierto que reclamen compañía y atención. Eso sí, cuando a ellos les apetece. Adoran la tranquilidad y la vida contemplativa.
Los angora se muestran más receptivos y demuestran su interés por la compañía de su familia, aunque tampoco les gusta en exceso que les manoseen. Son más activos y sociables que los persas y disfrutan del juego compartido con los niños y con otras mascotas. Los persas son más caprichosos y egoístas y prefieren ser los reyes de la casa.
Cuidados requeridos
Como decimos, los persas lucen un manto de mayor longitud y muy fino que los dota de un aspecto pomposo, y redondeado. En consecuencia, conviene cepillarlos, un mínimo, de 3 veces por semana y bañarlos cada mes o mes y medio para mantener su pelo en perfectas condiciones. Llevarlo cada cierto tiempo al peluquero impedirá que pierda su forma.
Además, los persas mudan mucho, con lo que durante la primavera y el otoño el cepillado debe ser diario. Ofrecerles malta para gatos les ayudará a prevenir los tricobezoares o bolas de pelo en el aparato digestivo.
Por el acortamiento de su nariz y el continuo lagrimeo, lo ideal es limpiar sus ojos a diario utilizando una gasa estéril empapada en manzanilla o en suero fisiológico. De este modo, evitarás la dermatitis. En los angora, puedes espaciar el cepillado a dos veces por semana, estará siempre impoluto. Su pelo también es fino, pero está más pegado al cuerpo.
Por su bajo interés en la actividad, los persas deben ser estimulados a ejercitarse a diario para prevenir la obesidad. Para ello, recurre a los juguetes de su preferencia. Como refuerzo positivo, puedes apoyarte en las caricias o en el cepillado, ya que son rutinas con las que disfrutan mucho. Los angora reclaman más estimulación y adoran las alturas.
La dieta, en ambos casos, debe estar ajustada a su edad y actividad. Especialmente en el caso de los persas, debe estar racionada a dos tomas a lo largo del día. La presencia de grasas y cereales debe ser escasa. Si prefieres la comida húmeda, no olvides intensificar la frecuencia del lavado de dientes a un par de veces por semana.
Enfermedades más comunes
Por la morfología del persa (su paladar blando y un conducto naso-lacrimal más corto de lo habitual en el resto de razas), estos mininos son propensos a padecer el síndrome braquicéfalo. O lo que es lo mismo, la obstrucción de las vías respiratorias superiores, algo que se ve agravado si realizan esfuerzos en condiciones ambientales de calor.
La enfermedad renal poliquística (quistes en los riñones) y la miocardiopatía hipertrófica, usual en los persas macho de más de 8 años de edad, son las patologías más prevalentes entre estos mininos. En los angora, en cambio, la sordera congénita, las luxaciones de cadera y la ataxia o descoordinación motora son las afecciones de mayor incidencia.
En definitiva, una vez conocidas las particularidades, de todo tipo, de persas y angora turcos es fácil distinguirlos y hacerse una idea de para qué perfil de tutor están indicados a fin de procurarles los cuidados que reclaman. En ambos casos, se trata de mininos sumamente dulces con los que resulta muy fácil encariñarse, ¿no crees?