¿Quién no ha caído en la tentación de compartir el plato de comida con su perro? Podemos pensar que por una pequeña cantidad no pasa nada, pero lo cierto es que hay ciertos ingredientes habituales en nuestro menú que pueden resultar peligrosos para los perros.

Qué no deben comer los perros

En primer lugar, hay que saber que los perros son animales carnívoros, aunque se han adaptado a una dieta omnívora. Esto quiere decir que la base de su alimentación tiene que ser la proteína de origen animal, ya sea procedente de la carne o del pescado. El resto del menú pueden completarlo diferentes ingredientes, como cereales, verduras o legumbres.

Como vemos, aunque cambien las proporciones, en principio parecería un menú similar al nuestro. Y es cierto que la comida casera puede ser una opción para alimentar a nuestro perro. Pero no vale con que le demos nuestras sobras. Si nos decantamos por esta alternativa tendremos que consultar con un experto en nutrición canina.

Darle únicamente sobras a nuestro perro no solo podría ser perjudicial a nivel nutricional, si no conseguimos cubrir todas sus necesidades. También hay que tener en cuenta que algunos de los alimentos que nosotros solemos consumir con frecuencia pueden resultar tóxicos para los perros. De ahí el peligro de ofrecerle restos de nuestro plato.

Malestares digestivos en los perros

Si a nuestro perro le damos algún sobrante de nuestra comida no apto para él, como poco le podríamos provocar un trastorno digestivo. Alimentos que no puede digerir, irritantes o, simplemente, un exceso de comida pueden estar detrás de un cuadro de vómitos. Por otra parte, algunos perros presentan diarreas por las modificaciones repetidas de su dieta.

Además, el consumo de alimentos muy fermentables, como judías o coliflor, pueden ser causa de otro malestar digestivo, como son las flatulencias. Estas también pueden aparecer si el perro traga grandes cantidades de aire, por ejemplo al engullir con ansiedad lo que le damos de nuestra comida.

También hay que tener en cuenta que si lo acostumbramos a comer de nuestro plato no es extraño que también intente hacerse con comida que dejamos sobre la mesa o la encimera o la que ya hemos tirado a la basura. Este último caso aumenta el riesgo de que consuma alimentos en mal estado, que también le pueden causar, como poco, problemas digestivos.

Alergia e intolerancia alimentaria en perros

Además, hay algunos ingredientes habituales en nuestra dieta que se relacionan con una mayor probabilidad de desencadenar alergias o intolerancias alimentarias en los perros. Son ejemplos los lácteos, los cereales, las carnes rojas, la soja, etc. El perro puede sufrir diarreas o, en los casos de alergia, picor y dermatitis.

Hay que acudir al veterinario para obtener un diagnóstico y un tratamiento. Este debe pasar por la eliminación, en lo posible, del ingrediente que no tolera el perro. Para ello suelen pautarse dietas hipoalergénicas con pocos componentes y, mejor, que resulten novedosos para el perro.

La pancreatitis en perros

Otro peligro de ofrecerle sobras a nuestro perro es provocarle una pancreatitis por un exceso de grasas. Y es que aunque a nosotros nos parezca que le estamos dando una pequeña cantidad de comida, para sus dimensiones puede ser todo un exceso. De ahí que no sea extraño que un ataque de pancreatitis aguda se desencadene tras una ingesta de sobras.

En estos casos el perro sentirá un intenso dolor abdominal, diarrea, debilidad, etc. Cuando la pancreatitis es más leve puede haber vómitos, depresión, anorexia o adelgazamiento. Hay que acudir al veterinario. Por desgracia, algunos perros, aunque se recuperan, mantienen daños irreversibles en el páncreas.

Obesidad canina

No es menos importante el riesgo de obesidad que supone ofrecerle al perro nuestras sobras. Los kilos de más no son solo un problema estético. Los perros con sobrepeso toleran peor el calor, la anestesia, el ejercicio y tienen más riesgo de sufrir determinadas enfermedades o de ver agravadas otras.

Las sobras suelen ser muy apetecibles para los perros, lo que les anima a comer más cantidad de la que necesitan, excediendo la ración diaria recomendada. Además, no es raro que prefieran este tipo de restos en vez de su comida, lo que puede desequilibrar su dieta y aumentar el riesgo de que se pasen el día pidiéndonos más.

Por eso, si queremos compartir algo de nuestro plato con ellos lo que se recomienda es que no supere el 5-10 % de los requerimientos calóricos diarios. Y es preferible que optemos por ingredientes saludables, como carnes o pescados.

¿Huesos para perros?

Es muy frecuente asociar a los perros con los huesos y muy habitual que muchos cuidadores les den los que sobran de su comida. Es cierto que a los perros les suelen encantar y, además, los entretienen. Pero pueden provocar problemas incluso potencialmente fatales. Así, los huesos, en función de sus dimensiones y las del perro, pueden quedarse atorados.

Por ejemplo, podrían atascarse en el esófago, provocando arcadas, hipersalivación o problemas para tragar. Además, si sus bordes son afilados existe el riesgo de que lleguen a perforar el esófago. En cualquier caso, se trata de una urgencia veterinaria que requiere una rápida asistencia. Los huesos también pueden atascarse en el tracto gastrointestinal.