De contextura pequeña y grandes orejas, los Papillón son perros tan activos como juguetones. Por su tamaño reducido muchos creen que se comportarán como buenos falderos, pero lo cierto es que prefieren estar donde se desarrolla la acción.
Son compañeros estupendos, que encontrarán su lugar en hogares bulliciosos en los que siempre se esté cociendo algo. Salidas, reuniones o celebraciones: cualquier sarao es bueno para desplegar sus encantos. Pero hay mucho más que aprender de estos canes; descubre algunas curiosidades a continuación.
Hay una variedad de Papillón que se llama “polilla”
El nombre de estos perros tiene que ver con la forma de sus orejas, similares a las de una mariposa (“papillón”, en francés) con las alas extendidas. Lo que poca gente sabe es que hay una versión que nace con las orejas caídas. A raíz de esta característica, surge un sobrenombre que refuerza la diferencia con los ejemplares de orejas erguidas: “polillas de la noche” ( o “Phalène”, en francés). En una misma camada pueden aparecer ejemplares de ambos tipos.
También fueron conocidos como Spaniel Enanos o Perros Ardilla
La Papillón es una de las razas de Spaniel más antiguas de Europa, con un linaje muy antiguo que algunos relacionan con ejemplares originarios de la Península Ibérica. Su aspecto actual terminó de definirse en la Edad Media, cuando muchos criadores se enfocaron en crear versiones miniatura para el deleite de aristócratas y monarcas.
De ahí que su primer nombre fuera Spaniel Enano. Otra denominación muy extendida, especialmente en Europa del Norte, es el de Perro Ardilla, por la forma en la que llevaban la cola en alto.
Fueron modelos de algunos de los artistas más grandes de Europa
El aspecto peculiar y distinguido de esta variedad atrajo la atención de algunos de los aristócratas más poderosos de Europa y de sus pintores más renombrados. Figuras de la talla de Paul Rubens, Antoine Watteau, Van Dyke, Rembrandt, Francisco de Goya y Henri de Toulouse-Lautrec inmortalizaron a estos canes en sus obras de arte.
Expertos cazadores de roedores
Los Papillón son capaces de cumplir con un rol de cazador de roedores con una eficacia digna del mejor Bodeguero Andaluz. Asimismo, tienen una personalidad atenta, lo que hace que sean buenos guardianes. Así que ya sabes: si quieres que tu propiedad esté libre de ratones y rateros, esta raza es una opción para tener muy en cuenta.
Son perros muy besucones
Un comportamiento muy característico de estos canes es la de lamer no solo a los miembros de su familia, sino a otras personas a las que apenas conocen. Lo cierto es que tienen un temperamento muy sociable y tienden a relacionarse sin problemas con otras razas; incluso con gatos, si conviven con ellos desde pequeños.
Viven muchos años
Los perros Papillón tienen una esperanza de vida alta, que ronda los 15 años. Pueden llegar, incluso, a los 17 años. Por eso, antes de adoptar a uno de estos canes, recuerda que seguramente será tu compañero durante mucho tiempo. Procura investigar bien sobre su comportamiento para asegurarte de que sea la raza que deseas tener a tu lado.
Actualmente no es una raza muy extendida
Si bien la variedad tuvo una explosión de popularidad entre los amantes del mundo canino a finales del siglo XX, hoy en día es una raza con la que no sueles cruzarte a menudo. Por un lado, las hembras tienden a tener pocos cachorros en cada camada; por otro, su precio suele ser bastante elevado.
Son excelentes deportistas
Ya mencionamos que el Papillón es un can con mucha energía, por lo que es un perro excelente para los ejercicios de agility. Si no practica deporte a diario puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza, ya que mostrará su malestar a través de ladridos o con un comportamiento destructivo que debes evitar a toda costa.
Los cachorros de Papillón son delicados
Si bien los ejemplares adultos suelen tener una contextura más resistente, de cachorros son extremadamente frágiles. No es raro que se lastimen una pata al intentar bajar de un sofá o al caer mal de la cama. Si a ello le sumas que a los Papillón les gusta trepar, tienes una receta para el desastre. La recomendación es controlar de cerca a las crías durante su primer año de vida, procurando evitar situaciones que pongan en peligro su integridad física.