No es muy conocido por su nombre pero seguro que lo has visto a menudo por las calles, y es que el Lobero Irlandés es uno de los perros que más fueron solicitados hace algunos siglos, teniendo una reputación muy famosa que le ha precedido hasta hoy.
Sigue leyendo y descubre todo lo que no conocías sobre los datos más curiosos de la historia del Lobero Irlandés.
Historia del Lobero Irlandés
Al igual que sucede con ciertas razas de perro, el Lobero Irlandés es uno de los perros más antiguos con una historia de miles de años atrás. De hecho, hay evidencias encontradas de que la raza existía ya en el año 273 a.C. e incluso antes, en el año 600 a.C., luchando con enormes perros junto a las tribus celtas Tectosages y Tolistobogii en su saqueo a Delfos.
Según las historias de la mitología celta, el Lobero Irlandés era utilizado básicamente para la caza, ya que las pruebas encontradas lo relatan y nombran como Cú Faoil, que ha sido traducido como “perro de caza”, “perro lobo” o “perro de guerra”.
De hecho, solo los que tenían ese nombre y clasificación eran considerados como honorables, valientes y con un gran prestigio. Más adelante en la historia, eso le dio una gran repercusión y privilegios.
Solo la nobleza podía tener un Lobero Irlandés
El Lobero Irlandés tiene una historia mucho más característica de lo que se cree. Y es que, este perro ha sido tratado como uno más de la nobleza. Todo gracias al libro “La Guerra de las Galias” donde Julio César habló del Lobero Irlandés en el año 391 d.C. poniéndolo por las nubes. Al mismo tiempo, Quinto Aurelio Símaco recibió siete perros de regalo para que los empleara en luchas contra lobos y osos en los foros romanos.
Tras ello, el Lobero Irlandés llegaron a causar sensación y prestigio, “Toda Roma los vio con asombro”, escribió Símaco en su carta de agradecimiento por el obsequio, ya que fue César quien le regaló un Lobero Irlandés a Quinto Aurelio.
Ese fue el comienzo de la fama y reputación del Lobero Irlandés, pero no el único momento en la historia con el que dio un gran salto. En 1571, San Edmundo Campion, relató en su “Historia de Irlanda” la nobleza e increíble inteligencia del Lobero Irlandés a la hora de cazar lobos en las montañas de Dublín y Wicklow.
De hecho, el Lobero Irlandés llegó a coger tal fama y renombre que por un tiempo solo los nombres tenían permitido tener a esta raza. E incluso no más allá de un cierto número de ejemplares, todo dependiendo del nivel de importancia del noble.
Una fama que casi le cuesta la extinción al Lobero Irlandés
Como bien hemos comentado anteriormente, el Lobero Irlandés llegó a ser tan famoso y con una reputación tan alta, que solo la misma nobleza podía tenerlo en su posesión, pero no siempre esto significa algo bueno.
De hecho, la popularidad de esta raza casi hizo que le costara su extinción. Y es que, en el siglo XVII, el perro llegó a convertirse en objetivo de codicia entre las casas reales y las celebridades de toda Europa, tanto que eso contribuyó al descenso de la cantidad de ejemplares de la raza.
Fue Oliver Cromwell, lord protector de la Mancomunidad de Inglaterra, Escocia e Irlanda quien tuvo que sacar un decreto oficial para hacer algo contra la exportación masiva de estos perros. Su intención fue la de prohibir cierto número de ejemplares para las casas reales y mantener a los suficientes para cuando hiciera falta en la lucha contra los lobos.
Pero a pesar de este decreto y los esfuerzos de varios criaderos del Lobero Irlandés, la raza siguió en descenso, hasta tal punto que en el siglo XIX casi se había extinguido por completo.
La salvación del Lobero Irlandés llegó con el capitán George Augustus Graham en 1869 tras cruzar algunos de los pocos ejemplares que sobrevivieron y que quedaban todavía disponibles con el Deerhound Escocés, el Gran Danés y el Mastín, obteniendo con ello el perro que conocemos en la actualidad. Tras este cruce, en 1885 tanto Graham como otros criadores a favor de volver a recuperar a la raza, fundaron el Club del Lobero Irlandés.