El moquillo es una de las enfermedades más conocidas (y temidas) por los amantes de los perros. Es una dolencia muy contagiosa, que afecta de manera muy severa a un can e incluso puede llegar a ser mortal si no se trata a tiempo. Presta atención a sus causas, sus síntomas y a su prevención para que no se te pase por alto ninguna señal.

¿Qué es el moquillo canino?

El moquillo canino, también conocido como distemper o enfermedad de Carré es una dolencia infectocontagiosa muy grave. Esta enfermedad, de origen viral, ataca los sistemas digestivo y respiratorio del can. En casos avanzados también puede comprometer el sistema nervioso.

Afecta principalmente a cachorros o a perros ancianos, que tienen un sistema inmunológico debilitado. En el caso de lactantes, estos pueden estar inmunizados por la leche materna siempre y cuando la madre ya lo esté. Además, puede contagiarse a otros animales, pero no al ser humano.

Como el agente causante de la enfermedad es un virus, ésta se contagia por contacto directo. Por tanto, si un can huele, toca o lame los fluidos (saliva, heces u orina) de un perro infectado, hay grandes posibilidades de que contraiga moquillo. El virus se propaga igualmente de forma aérea o al compartir agua o comida, por lo que es difícil de evitar el contagio.

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Los principales síntomas del moquillo

Tras la exposición al virus, éste se incuba durante unas dos semanas sin signos evidentes. Después de este período, los síntomas comienzan a aparecer de manera paulatina. Primero de manera leve, pero se irán incrementando conforme pasan los días.

La consecuencia más notoria es una secreción acuosa o con pus en los ojos, seguida por fiebre y tos. Hay que prestar atención a estos cambios, ya que la infección por moquillo se manifiesta de manera débil en sus primeras etapas. Las principales señales de que el can ha contraído la afección son:

  • Problemas respiratorios: presencia excesiva de mocos, ruido al respirar, estornudos o tos.
  • Fiebre: episodios de altas temperaturas, seguidos por periodos de normalidad. El perro puede desarrollar fiebre, que remite durante días y reaparece. Esta intermitencia es característica y es una de las señales a tener en cuenta.
  • Desajustes digestivos: el estómago del perro se verá afectado por la presencia del virus, lo que se refleja en forma de vómitos y diarreas, a veces con presencia de sangre. La falta de apetito y la deshidratación también son habituales.
  • Estado de ánimo: el cansancio o la apatía pueden ser una señal de que algo no va bien.
  • Afecciones en la piel: aparición de dermatitis, con costras en la piel de la nariz y engrosamiento de las almohadillas de las patas.

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Tratamiento del moquillo en perros

Si bien el moquillo no tiene cura, la celeridad en el comienzo del tratamiento puede marcar la diferencia a la hora de mejorar la calidad de vida del can. Asimismo, cuanto antes se detecte la infección, el perro tendrá más probabilidades de sobrevivir.

Ello no elimina la presencia del virus en el organismo. Lo que se busca es paliar los síntomas de la enfermedad y evitar infecciones secundarias.  Por eso se utilizan antibióticos y suplementos vitamínicos, para aliviar los malestares estomacales. Así ayudamos a que el perro fortalezca su propio sistema inmunológico.

Cuidados de un can con distemper

Como primera medida, se deben seguir al pie de la letra las indicaciones del profesional a cargo. Mantener hidratado al perro será crucial, ya que la deshidratación es un riesgo siempre latente. Si no quiere beber, intenta darle agua mediante una jeringa.

En esta situación, el can debe descansar mucho, por lo que es recomendable olvidarse de los paseos largos y, sobre todo, de cualquier tipo de actividad intensiva. Las caricias y los mimos son fundamentales para mejorar su estado de ánimo. Además, debes armarte de paciencia, pues tu amigo seguramente modificará su comportamiento y puede mostrarse más ensimismado o distante.

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¿Es posible prevenir el moquillo?

La forma más simple y efectiva de combatir el moquillo canino es la vacunación. De hecho, existe una vacuna específica para combatir este virus, que se le administra al cachorro y se renueva anualmente.

Aunque esta inmunización tiene una alta efectividad, también es cierto que no alcanza el 100 %. Entre estas excepciones encontramos a perros con sistemas inmunológicos débiles, que pueden contagiarse aún estando vacunados. Por otro lado,  hacerlo una vez ha contraído la enfermedad no servirá de nada.

Si crees que hay canes con moquillo cerca de tu hogar, evita salir por los sitios que frecuentan. Nunca sabes dónde pueden haber dejado sus marcas de pis o heces, focos de contagio que hay que esquivar.

Pero, por encima de todo, la vacunación de tu perro es clave. Por eso, tener el calendario de vacunas al día hace que tengamos ganada la mitad de la batalla. Recuerda el dicho: siempre es mejor prevenir que curar. Así que ya sabes.

BIBLIOGRAFÍA

  • Appel MJ Canine distemper virus. In: Appel MJ, editor. Virus infection of carnivores. Amster- dam: Elsevier; 1987. p. 133–59.
  • Craig EG. 2000. enfermedades infecciosas en perros y gatos. 2da edición. México D.F: MacGraw Hill interamericana Editores, s.a.de C.V.1123 ,731,751,762,804p.