Son numerosísimas las patologías que pueden dañar las patas traseras. Se manifiestan con cojera, dolor, inestabilidad o incluso una parálisis total, entre otros signos clínicos de mayor o menor gravedad.

Algunos cuidadores consideran que tener problemas en las patas es normal en los perros de más edad y no les procuran asistencia veterinaria. Pero lo cierto es que siempre que detectemos algún signo anómalo debemos contactar con el profesional. A continuación, hablamos de las principales patologías que afectan a las patas traseras de los perros.

Artrosis

También conocida como osteoartritis o enfermedad articular degenerativa, es una dolencia muy común en los perros, sobre todo en los de edad avanzada y razas grandes, aunque puede diagnosticarse a cualquier edad.

Los perros afectados muestran cojera, rigidez, dolor en las articulaciones, especialmente al levantarse tras un periodo de descanso, cambios de comportamiento, etc. Los signos clínicos empeoran con el frío y la humedad.

Es una enfermedad progresiva, que no se va a poder curar, pero sí tratar para controlar la sintomatología e intentar ralentizar el avance. El tratamiento es múltiple. Incluye fisioterapia, medidas de manejo, condroprotectores, control del peso, analgésicos, acupuntura, etc.

Parálisis por picadura de garrapata

Las garrapatas son parásitos externos que se alimentan de sangre. Son cada vez más habituales debido al cambio climático. Además de las molestias que pueden causar por su actividad, tienen la capacidad de transmitir diferentes enfermedades.

Algunas presentan una sustancia tóxica en su saliva que afecta a los nervios motores del perro. Esto origina debilidad y parálisis, que se va agravando progresivamente. Si la avanza desde las patas traseras, el perro puede llegar a colapsar y morir.

Hay que acudir al veterinario al primer signo y prevenir las picaduras de garrapata utilizando productos desparasitadores y revisando al perro después de paseos por zonas boscosas.

Hernias discales

Son lesiones en los discos intervertebrales. Su contenido puede salir y presionar la médula o puede protruirse el disco entero. Necesitan tratamiento quirúrgico, medicación, medidas de manejo y otras técnicas para el control del dolor. Se distinguen dos tipos de hernias:

  • Tipo Hansen 1: se diagnostican en razas de pequeño tamaño. Son muy frecuentes en el teckel. Pueden aparecer de forma gradual o repentina. Causan dolor, rigidez, descenso de la actividad física habitual, debilidad, cojera, andares vacilantes e incluso parálisis total de las patas traseras.
  • Tipo Hansen 2: aparecen en razas de tamaño más grande entre los 5-12 meses de vida. En este caso, se trata de un proceso gradual, con lo que la sintomatología evoluciona lentamente.

Displasia de cadera

La displasia es una patología relativamente común que afecta, especialmente, a razas grandes, como el pastor alemán. Se relaciona con diferentes genes y le influyen factores como la alimentación, el peso o la práctica inadecuada de ejercicio.

Ocasiona cojera en las patas traseras debido a que la cabeza del fémur no encaja bien en el acetábulo de la cadera. Esta falta de encaje puede ser más o menos grave, pues se distinguen varios grados.

Comienza a dar sintomatología hacia los 4-12 meses de edad. Esta incluye dolor, cojera, movimientos extraños al andar o correr, problemas para levantarse por las patas traseras, etc.

En la actualidad, se dispone de distintos tratamientos entre los que el veterinario tendrá que elegir según cada caso. Pueden ser médicos o quirúrgicos y también es necesario implantar medidas de manejo.

Lesiones en la médula espinal

Este tipo de lesiones se relacionan con la rotura de discos intervertebrales o con fracturas y luxaciones de las vértebras producidas por atropellos, caídas desde grandes alturas o traumatismos similares. En función de dónde se localice el daño, puede haber debilidad o parálisis de las patas traseras, entre otros signos clínicos.

Por la gravedad de las causas desencadenantes de estas lesiones, se trata de una urgencia. El perro debería desplazarse hasta la clínica sobre una superficie plana y dura. El principal objetivo será estabilizarlo. Después, se tratará la lesión según sus características. Puede necesitarse una operación.

Síndrome del perro tembloroso

Se llama también espondilomielopatía cervical. Se produce por la compresión de la médula a la altura del cuello y se relaciona con malformaciones en las vértebras o hernias discales tipo 2. Su diagnóstico es más común en ejemplares de dóberman y gran danés, aunque no es una enfermedad exclusiva de estas razas.

Los perros afectados pierden coordinación en las patas traseras y, en general, andan de manera extraña y temblorosa. La enfermedad se extiende también a las patas delanteras. Los casos leves pueden mejorar con tratamientos veterinarios. Los más graves van a necesitar intervención quirúrgica.

Síndrome de cauda equina

Es una estenosis del canal vertebral lumbosacro, entre la última vértebra lumbar y el sacro. Provoca dolor en la zona, problemas para levantarse, cojera en una o en las dos patas traseras y debilidad, parálisis parcial e incontinencia urinaria y/o fecal en los casos más graves.

Puede recurrirse a tratamientos veterinarios en los cuadros más leves. Pero, si no responden o en los cuadros más avanzados, será recomendable recurrir a la opción quirúrgica. De todas formas, las alternativas disponibles dependen mucho de cada caso.

Enfermedad de Legg-Perthes

Es una necrosis de la cabeza del fémur que se origina por una interrupción en el suministro de sangre. Puede afectar a un fémur o a los dos. Las causas se desconocen, aunque se piensa en una base genética. Es más habitual en cachorros de razas enanas de entre 4-11 meses de edad.

La sintomatología incluye cojera grave e imposibilidad de cargar el peso sobre la pata. Cuando está afectada una única pata, puede verse más corta que la sana. Puede tratarse con analgésicos y reducción de la actividad, pero la mejor solución suele pasar por operar.

Luxación patelar

Es la dislocación de la rótula, un pequeño hueso localizado en la parte frontal de la articulación de la rodilla. Puede luxarse hacia el interior (luxación medial) o el exterior (luxación lateral) y afectar a una o a las dos rodillas. En la mayoría de los casos es un defecto hereditario.

Es más común la luxación medial, que ocurre, sobre todo, en razas enanas y mini. El perro puede ir andando con normalidad y, de repente, sufrir la luxación, con lo que veremos que comenzará a andar de manera extraña. Muchas veces la rótula vuelve a su posición en unos minutos y se recupera la marcha normal. La solución es quirúrgica.