De pelo largo y complexión musculosa, el Bosque de Noruega y el Siberiano comparten el aspecto salvaje de los felinos que han prosperado en entornos forestales y bajo temperaturas extremas. La cría selectiva ha logrado de hoy podamos convivir con estos amorosos y bellos compañeros peludos.
Al verlos, la primera impresión puede llevarte a creer que se trata de la misma raza. Sin embargo, son varias las diferencias entre el gato Bosque de Noruega y el Siberiano. En las próximas líneas vamos a mostrártelas, también las relativas al comportamiento, que, en definitiva, son las que decantan la elección si estás dudando entre ambas razas.
El manto y otras disparidades físicas
Ambos son mininos de talla grande, pero ¿cuál dirías que es mayor? Los Bosque de Noruega rondan los 6-11 kg, mientras que los Bosque siberiano se quedan en los 8-10 kg. La complexión de estos últimos es más compacta y robusta, con un cuerpo más redondeado y extremidades más cortas que las del Bosque de Noruega.
Los noruegos son más esbeltos y se mueven con mayor gracilidad. Su cabeza es triangular y su perfil recto, tomándolo desde la frente hasta la punta de la nariz. La cabeza del siberiano, en cambio, es más corta y ancha, con pómulos bien prominentes y perfil más curvado.
Igualmente, existen disparidades al observar sus ojos y orejas. Los del Bosque de Noruega son almendrados y las orejas, grandes y triangulares. En el caso del Siberiano, los ojos son redondos y ligeramente oblicuos, mientras que las orejas son de tamaño mediano, con la punta redondeada y la base complemente cubierta de pelo.
Llaman la atención los mechones de pelo, o pinceles, que coronan sus orejas, al igual que los penachos de las almohadillas. Y es que el pelo es la principal diferencia entre estas dos razas. Los escandinavos presentan doble capa y los siberianos, triple. Es más profuso en cuello, patas y cola, que es muy gruesa. El pelo parece dibujar ondas en el abdomen.
Se trata de un manto de tipo barnizado, muy oleoso para repeler con eficacia la humedad, que resulta muy suave al tacto. Como curiosidad, merece tu atención que no se aceptan los tonos lila y chocolate, y que dentro del patrón atigrado los marrones son los más comunes. No se acepta las rayas blancas en vientre, pecho y mentón.
¿Quién es más juguetón?
Ambas son razas que disfrutan con la compañía de su familia de acogida. Congenian con los niños y con otras mascotas, aunque los gatos siberianos son más jerárquicos y no dudan en desplegar todas sus armas para captar la atención y convertirse en los reyes del hogar. Especialmente las hembras, son susceptibles de sufrir ansiedad por separación.
Sabedores de que son inteligentes, no pueden resistirse a demostrar lo que han aprendido. Son muy vocales y mantienen verdades conversaciones con el miembro de la familia al que se sienten más apegados. Poseen un ronroneo triple y un peculiar gorjeo. Son la mascota ideal para familias con niños pequeños y para las personas mayores que viven solas.
Los Bosques de Noruega se muestran algo más independientes y necesitan disponer de momentos de soledad, para contemplar, dormir o jugar en solitario. Son más retraídos y esquivos con los extraños y no demandan tanta actividad, y estimulación. Prefieren vigilar desde las alturas o trepar emulando lo que harían en su hábitat natural.
Cuidados requeridos
Pese a tratarse de gatos de pelo largo, su mantenimiento no es excesivamente sacrificado, ya que, precisamente, por las peculiaridades de su manto no suele enredarse con facilidad. De hecho, no conviene bañarlos en exceso, solo si están verdaderamente sucios. Durante los meses de muda es obligado intensificar la frecuencia y ofrecerles malta para gatos.
La higiene de ojos, orejas y dientes debe ser semanal para prevenir infecciones y la dieta debe primar la presencia de proteína de origen animal. Hay que ser riguroso con la cantidad diaria y espaciarla a dos tomas a lo largo del día para evitar la obesidad, y sus secuelas, especialmente nocivas para los siberianos por su morfología y predisposición al sobrepeso.
Enfermedades más comunes
Son razas que pueden presumir de gozar de una excelente salud, y así lo corrobora los 15-18 años, de media, que pueden llegar a vivir. Sin duda, el medio y la climatología a los que han debido hacer frente durante siglos han surtido su efecto. Como razas de gran tamaño que son, este apartado no presenta grandes diferencias.
Así, podemos afirmar que la miocardiopatía hipertrófica, la enfermedad renal poliquística y la displasia de cadera son las patologías de mayor incidencia con respecto a razas de menor envergadura. Respetar las visitas rutinarias al veterinario y mantener actualizado su calendario vacunal y de desparasitaciones resulta indispensable para velar por su salud.
Curiosidades sobre su origen
Se sabe que los Bosques de Noruega se desarrollaron al norte de Escandinavia a partir de gatos de pelo semilargo y largo procedentes de Oriente Medio. Los vikingos ayudaron a propagar la raza por el viejo contiene con sus viajes. Los Siberianos son fruto del cruce de los gatos salvajes de los Urales con los domésticos que los colonos llevaron a Siberia.
De los monasterios rusos, donde vigilaban la llegada de intrusos y mantenían a raya las plagas de roedores, dieron el salto a Moscú y San Petersburgo. Con la caída del muro de Berlín, en 1989, comenzó su extensión a Europa y EE. UU. En el territorio europeo, Alemania, seguida de Francia, ha sido su principal país criador de la mano de Betti Schultz.
En Norteamérica, Elisabeth Terrel y David Boehm son los culpables del esplendor de esta raza. De hecho, el Siberiano es más popular en EE. UU. que en Europa. De acuerdo con el libro Our cats and all about them, de Harrison Weir, fue una de las tres razas de pelo largo que participó en la primera exhibición felina. Tuvo lugar en Londres en el año 1700.