También conocidos como quistes de inclusión o implantación epidérmica, los quistes sebáceos son un tipo de tumor benigno y superficial que es relativamente habitual encontrar en los perros. En el siguiente artículo explicamos cómo se origina un quiste sebáceo en perros y cómo debemos tratar este problema.

Qué son los quistes sebáceos

Este tipo de quistes surgen cuando secreciones secas de las glándulas sebáceas, asociadas a folículos pilosos y encargadas de la secreción del sebo, provocan una obstrucción en dichos folículos. Esto hace que se acumule pelo y sebo hasta formar el quiste, ya que, debido a la obstrucción, no pueden salir al exterior. El material de su interior es blanquecino y graso.

El sebo es responsable de mantener la piel y el pelo bien nutridos, protegiéndolos de las agresiones externas. Cuando se acumula, en la piel veremos un bulto o nódulo que puede ser de diferentes tamaños e ir creciendo, por lo general, de forma lenta. No le causan ningún dolor al perro.

Podemos detectar quistes de medio centímetro de diámetro y otros que incluso alcanzan los 5. Lo habitual es que se presente un único quiste, pero puede haber varios repartidos por el cuerpo del perro o en la misma zona. Pueden verse en cualquier parte, aunque son más habituales en la cabeza, el tronco y el cuello.

Al tacto se perciben como bultos duros, firmes y bien diferenciados, es decir, podemos rodearlos con los dedos y se notan separados del tejido que los rodea, quedándose bajo la piel. Ahora bien, ¿por qué se produce la acumulación de sebo? Los quistes sebáceos pueden asociarse a lesiones en la piel, tejido cicatricial o infecciones dermatológicas.

Cómo sé si mi perro tiene un quiste sebáceo

Si detectamos cualquier abultamiento en nuestro perro, la primera opción siempre debe ser consultarlo con el veterinario. Podría ser un quiste sebáceo o un tumor que necesitase tratamiento.

Este profesional revisará el historial del perro y examinará el bulto. Por su consistencia, tamaño y características es probable que determine que se trata de un quiste sebáceo, pero hay que confirmarlo tomando una muestra.

Esto se hace pinchando el bulto con una aguja fina para extraer una pequeña cantidad de su contenido y observarlo al microscopio. Si lo que se encuentra es material graso, se confirmará el diagnóstico de quiste sebáceo.

Complicaciones de los quistes sebáceos

El problema de estos quistes es que corren el riesgo de infectarse. Cuando el quiste está muy tensionado, puede llegar a abrirse, liberando su contenido al exterior. Esta apertura, a su vez, es una puerta de entrada al organismo de diferentes patógenos.

Un ejemplo son las bacterias, que pueden desencadenar una infección. En estos casos, es posible que el veterinario tenga que drenar el quiste. Este procedimiento no solo ataja la infección, sino que, también, elimina el quiste.

Otro caso que podemos considerar una complicación es que el quiste crezca mucho, se abra o, aun siendo de pequeño tamaño, interfiera en las actividades cotidianas del perro. Esto es más común cuando los quistes aparecen en las orejas o en las articulaciones.

Tratamiento de los quistes sebáceos

Normalmente, estos quistes pueden dejarse sin tratar, pues no suponen ningún problema para la salud del perro. No son malignos ni tampoco le originan ningún dolor. Por este motivo, lo habitual es que el veterinario simplemente paute una vigilancia por si, en algún momento, produjesen alguna molestia o hubiese algún cambio que hiciese recomendable tratar.

Por otra parte, sí deberemos intervenir en caso de las complicaciones que hemos explicado. El único tratamiento, de ser necesario, es la extracción quirúrgica. Es una intervención que, lógicamente, solo puede hacer un veterinario, que también es el profesional que debe decidir si hace falta extirpar el quiste o puede dejarse.

Nunca debemos intentar apretar el quiste con nuestros dedos para eliminarlo por nuestra cuenta. Podríamos abrirlo y acabar originando una infección bacteriana a través de la lesión que hemos causado.

Además, si lo vaciamos, lo más probable es que, transcurrido un tiempo, vuelva a acumularse sebo, apareciendo otra vez el quiste. De hecho, si lo que vemos en nuestro perro es un quiste sebáceo abierto, hay que acudir al veterinario para evitar una infección y otras complicaciones.

Qué perros tienen quistes sebáceos

Los quistes sebáceos pueden aparecer en cualquier perro, con independencia de su raza, cruce, sexo, tamaño o edad, pero se considera que los ejemplares de más edad y determinadas razas tienen una mayor propensión. Son ejemplos:

  • Todas las razas que se engloban en la familia spaniel.
  • Schnauzer.
  • Bóxer.
  • Shih tzu.
  • Yorkshire terrier.
  • Kerry blue terrier.