El periodo de celo en los gatos es conocido por los problemas que provoca en la convivencia. Maullidos insistentes o marcaje con orina son algunos de los signos que lo caracterizan y que la mayoría de los cuidadores desean evitar. Explicamos cómo a continuación.

La castración felina

Para evitar el celo en los gatos es muy habitual que el veterinario nos recomiende la castración. Se trata de una intervención quirúrgica que muchas veces se llama esterilización, aunque no son sinónimos. Castrar implica la retirada de los testículos en los machos y de los ovarios y normalmente el útero en las hembras.

De esta forma, los animales operados no entrarán más en celo. Por lo tanto, no podrán tener crías ni tampoco sufrirán enfermedades asociadas el ciclo reproductivo, como la infección uterina o los tumores de mama, ni a la maternidad, como complicaciones en el parto o la lactancia. Es un método definitivo que suele ser el más recomendado.

Esterilización felina

Al contrario que la castración, la esterilización quirúrgica implicaría tan solo la imposibilidad de tener crías, con lo que no supondría la extracción de ningún órgano. Esterilizar sería la vasectomía o la ligadura de trompas. Por lo tanto, no sirve para evitar la sintomatología que desencadena el celo. Debido a esto no es una intervención que se recomiende en veterinaria.

Castración de gatos

Si optamos por la castración de nuestro gato para evitar su celo, debemos saber que es una operación sencilla y rápida que se realiza con mucha frecuencia en las clínicas veterinarias. Consiste en la extracción de ambos testículos a través de una pequeña incisión que puede incluso no suturarse externamente. Por supuesto, el gato estará completamente dormido.

Lo tendremos que dejar en la clínica en ayunas y recogerlo unas horas después, una vez se haya despertado por completo de la anestesia. Nada más llegan a casa, los gatos operados suelen hacer vida normal, aunque algunos, sobre todo por el estrés del traslado y la clínica, pueden pasar las primeras horas más apagados de lo normal.

Nosotros tan solo tendremos que vigilar que la herida cierra bien y darle la medicación que nos paute el veterinario. La castración en los machos puede hacerse a partir de los seis meses de vida, mejor antes de que empiecen a marcar. De lo contrario podemos encontrarnos con que el gato sigue con el marcaje después de operado.

Castración de gatas

En el caso de las gatas, la operación para castrarlas es algo más compleja, pues hay que extraerles órganos internos, lo que supone realizar una incisión en el abdomen o en un lateral. En las gatas pueden retirarse los ovarios o los ovarios y el útero. Por supuesto, es una intervención que se hace con anestesia general.

La gata llegará a la clínica en ayunas y nos la podremos llevar a casa unas horas después de la intervención, una vez se haya despertado de la anestesia. Ya en el hogar, además de darle la medicación recetada por el veterinario y curarle la herida, es importante que impidamos que se la toque, pues podría abrirla. Para eso se usa el collar isabelino.

A partir de los 5-6 meses ya puede fijarse la fecha de operación de una gata. No es necesario que pase por ningún celo ni que tenga crías ninguna vez. De hecho, castrarla antes del primer celo impide que pueda sufrir tumores de mama. Estos en las gatas tienen muchas probabilidades de ser malignos.

¿Qué hago con una gata en celo?

Aunque lo ideal sea castrar a una gata antes de su primer celo, esto no siempre es posible, así que, en ocasiones, podemos encontrarnos en casa con una hembra en pleno celo. No es recomendable operarla justo en ese momento, por lo que tendremos que convivir con ella hasta que el celo remita y pueda entrar en quirófano.

En estos casos hay que armarse de paciencia. Lo fundamental es tener a la gata cerrada en casa para asegurarnos de que no puede acceder a ella ningún gato ni ella consigue salir. Por otra parte, muchas suelen mostrarse considerablemente más cariñosas de lo normal, con lo que sería bueno que les dedicásemos más tiempo, tanto de mimos como de juegos.

Por otra parte, algunas gatas orinan fuera del arenero durante esos días. Hay que tenerlo en cuenta para evitar no dejar a su alcance objetos o prendas de valor. Pero lo más típico del celo son los maullidos muy agudos y continuos. Si vivimos en comunidad, es educado informar al vecindario de la situación para que sepan que es temporal.

Qué hacer con un gato en celo

Los gatos no entran en celo como las gatas, sino que manifestarán su disponibilidad reproductiva siempre que detecten a una hembra en celo. Eso nos da más libertad a la hora de pasar por quirófano. En cualquier caso, mientras llega la cita sirven las medidas explicadas para las gatas, como impedir que salgan del hogar o prestarles más atención.

También podríamos utilizar feromonas en enchufe o en espray para tranquilizarlos. Se trata de sustancias apaciguadoras, indetectables para nuestro olfato, que consiguen proporcionar a algunos gatos una sensación de calma.

Eliminación del celo en gatos

Además de las intervenciones quirúrgicas hay fármacos orales e inyectables que puede prescribir el veterinario para inhibir el celo de las gatas. Aunque pueden servir para un momento puntual, no se recomienda su uso a largo plazo debido sus efectos secundarios, como obesidad por aumento del apetito, letargo, piometra o tumores mamarios.