Todos los perros, con independencia de su edad, necesitan una serie de cuidados básicos. Pero, hacia el final de su vida, precisamente por el deterioro que supone el envejecimiento tanto en el plano físico como en el psicológico, habrá que prestar una especial atención a determinados aspectos. En el siguiente artículo explicamos qué cuidados necesita un perro anciano.
Atención veterinaria
Todos los perros deberían acudir al veterinario, como mínimo, una vez al año. Según la edad del animal aumenta (a partir de los 7-8 años, dependiendo de las razas), esta frecuencia debería incrementarse hasta, por lo menos, un par de revisiones al año o las que fije el veterinario.
En estas revisiones, además del examen físico general, es conveniente realizar analíticas de sangre y de orina y otras pruebas que puedan necesitarse en función del estado del animal, como radiografías o ecografías. El control veterinario permite detectar, de forma temprana, algunas enfermedades, lo que contribuye a mejorar la calidad y la esperanza de vida.
Si siempre es importante la prevención, todavía lo es más en esta etapa. Lo que el cuidador debe tener claro es que cualquier anomalía que detecte en el perro es motivo de consulta con el profesional. En otras palabras, no hay que resignarse a dejar al perro sin tratamiento, achacando sus problemas a la edad.
Aunque es cierto que el envejecimiento supone un deterioro general y que hay patologías incurables, todas pueden tratarse para conseguir que el animal goce de una buena calidad de vida durante el mayor tiempo posible.
Enfermedades específicas
Aunque los perros mayores pueden sufrir las mismas enfermedades que los ejemplares de otras edades, hay algunas patologías que se relacionan con el paso del tiempo y que, por ello, son más frecuente e importantes en esta fase vital.
Son, por ejemplo, la osteoartritis, el cáncer, el síndrome de disfunción cognitiva, la insuficiencia renal, cardiaca o hepática o los problemas bucales. Por este motivo, conviene que nos informemos sobre estas enfermedades y actuemos en cuanto descubramos algún signo clínico compatible con ellas.
Nos referimos a disminución de la movilidad, desorientación, bultos, cambios en la ingesta de agua y/o en la eliminación de orina, vómitos, mal aliento, dolor, trastornos a nivel digestivo, etc.
Alimentación
La alimentación de los perros mayores debe estar específicamente adaptada a esta etapa vital. Es habitual que los perros vean mermados sus sentidos o padezcan enfermedades como las que hemos mencionado. Estas condiciones van a dificultar su alimentación, pues pueden perder apetito e interés por los alimentos que les presentamos.
Además, su tránsito intestinal se enlentece, pueden experimentar dificultades en la masticación, estreñimiento, etc. Por eso, si el perro padece alguna enfermedad en la que el tratamiento incluye una dieta específica, tendremos que proporcionársela, siempre siguiendo el criterio del veterinario.
Es recomendable dividir la ración en pequeñas cantidades ofrecidas varias veces al día. Por otra parte, es fundamental el control del peso. Estos perros suelen disminuir su actividad física, lo que puede favorecer la acumulación de kilos. La obesidad y el sobrepeso no son solo problemas estéticos. Favorecen la aparición de enfermedades, agravan otras y suponen complicaciones ante la anestesia, las intervenciones quirúrgicas o el calor.
Por último, puede que pensemos en suplementar la dieta con productos como condroprotectores o ácidos grasos omega 3. Puede ser una buena idea si así lo prescribe el veterinario. Es muy importante, también, vigilar el consumo de agua. Una ingesta excesiva o disminuida puede relacionarse con diferentes enfermedades.
Ejercicio
Que un perro sea mayor no quiere decir que tenga que estar encerrado en casa. Igual que un ejemplar joven, es imprescindible que salga a pasear y realice actividad física para mantener, en lo posible, el tono muscular. Para ello tendremos que adaptar el ejercicio a sus circunstancias particulares y consultar con el veterinario si nos surgen dudas.
Un perro anciano quizás no pueda caminar durante un par de horas, pero sí disfrutará de un paseo andando a su ritmo. Además, el ejercicio contribuye a preservar el buen tránsito intestinal y supone una forma de estimulación a nivel mental.
Higiene
Los perros de edad avanzada pueden comenzar a hacer sus necesidades en el interior del hogar. Estas eliminaciones inadecuadas pueden relacionarse con distintas enfermedades. Por eso hay que consultar con el veterinario y aumentar el número de salidas para la evacuación.
Respecto a su higiene, debemos revisar uñas, boca, orejas, ojos y patas con regularidad. Esto permite detectar uñas demasiado largas porque ya no se desgastan como antes, infecciones en la boca, pérdida de piezas dentales, etc.
Cuando lo bañemos, debemos asegurarnos de que no se enfríe y aclararlo y secarlo por completo. Si se estresa mucho con los baños, lo ideal es evitarlos todo lo posible y sustituirlos por cepillados más frecuentes o limpiezas locales con espuma seca o toallitas para perros. Por supuesto, hay que mantener las desparasitaciones internas y externas a lo largo de toda la vida.
Descanso
Los perros mayores tienen que disponer de un lugar cálido y confortable en el que descansar, evitando el frío, la humedad o el calor extremo. Podemos ofrecerles un colchón para humanos o cualquier cama canina que no se hunda bajo su peso.
Es habitual que, en esta etapa, dediquen más horas al sueño y al descanso. Es conveniente que, si están acostumbrados a reposar en sitios elevados, como camas o sofás, les ayudemos a seguir haciéndolo.
Las dificultades para subir o bajar son frecuentes y podemos subsanarlas utilizando algún mueble auxiliar. En general, deberíamos facilitarles la movilidad por todo el hogar, colocando alfombras antideslizantes, rampas, etc.