Igual que las montañas que los vieron nacer, los ejemplares de Mastín Tibetano destacan por su tamaño. Es, de hecho, uno de los canes más grandes del universo canino. Con una talla mínima de 66 cm, pueden competir con otros gigantes como el Lobero Irlandés, el Terranova o el Gran Danés. Son amables y cariñosos con su familia y tienen una apariencia majestuosa que no pasa inadvertida. Descubre más curiosidades sobre el Mastín Tibetano a continuación.
Son una raza milenaria
Esta raza aparece en los escritos de Aristóteles; su inconfundible figura también se encontró esculpida en bajorrelieves asirios. Ya en la Edad Media, los Mastines Tibetanos fueron mencionados en los diarios de Marco Polo, siendo parte esencial de la historia oriental.
Primero fueron empleados como perros pastores por algunas tribus de la región del Himalaya; luego como guardianes de los templos budistas. La raza llegó a Occidente a finales del siglo XIX. Se le conoce también con el nombre de Dogo del Tíbet o DO-KHYI, tal y como indica la Federación Cinológica Internacional (FCI).
Un perro de altos vuelos
Aunque es difícil llegar a un acuerdo sobre cuál es el perro más alto del mundo, pues hay varias razas peleando por el primer puesto, sí podemos confirmar que el Mastín Tibetano es el perro “que más alto puede vivir”.
A lo largo de los siglos han desarrollado la capacidad de evitar la falta de oxígeno, un problema que suele afectar a cualquier mamífero en terrenos elevados. Algunas investigaciones aseguran que esta adaptación tiene que ver con una hibridación natural, que se dio entre los primeros ejemplares de la raza y el lobo tibetano.
Trabajan a dúo con los Lhasa Apso
Junto a los Lhasa Apso, otra de las razas originarias del Tíbet, estos canes forman un equipo anti-intrusos formidable. Los primeros, más pequeños, suelen encargarse del cuidado de los hogares desde el interior. Además, al tener un oído finísimo acostumbran a ser los primeros en dar la voz de alarma. Los mastines, por su parte, están más centrados en controlar el perímetro de la propiedad.
Eran sagrados para la cultura tibetana
Los tibetanos creían que estos mastines recibían las almas de los monjes y eran portadores de buena suerte. Además de místicos y eficientes cuidadores de los templos, estos canes son todavía un símbolo de riqueza y de estatus social para la cultura oriental. Es, de hecho, uno de los perros más caros que existen en la actualidad.
Las hembras son fértiles solo una vez al año
Una característica propia de esta variedad es que las hembras entran en celo solo una vez al año. Esto sucede siempre en la misma época, a finales del otoño boreal. Si tenemos en cuenta que los embarazos caninos suelen durar unos 65 días, el resultado es que los cachorros de Mastín Tibetano siempre nacen entre diciembre y enero.
No le gustan mucho las visitas
Pese al gran afecto que desarrolla por su familia, suelen tener un temperamento reservado con el resto de la humanidad. Por eso, no se recomienda su adopción si haces mucha vida social en casa: lo más probable es que el can se ponga a la defensiva y, si bien no se mostrará agresivo, por su tamaño no es algo que puedas ignorar.
Se dice que tienen un sexto sentido con las personas. Si alguien no le cae bien desde el principio, nunca lo hará. Comprobar si el perro estaba en lo cierto o no, es un poco más difícil de demostrar.
No es buena idea dejarlos en el patio por la noche
Se trata de una variedad de hábitos nocturnos, por lo que estos perros suelen estar más activos durante el anochecer. Por eso, lo indicado es sacarles a pasear más tarde que temprano. Por otro lado, si los dejas de noche en el patio, creerán que están realizando tareas de vigilancia y pueden ladrar bastante. Su voz es potente, algo que no les va a gustar nada a tus vecinos. Un perro equilibrado puede dormir dentro de casa, donde se sentirá más tranquilo y relajado. Como ves, además de enorme en tamaño, el Mastín Tibetano es un gran perro en muchos sentidos.