Los ejemplares de Dóberman sobresalen por su capacidad de trabajo y vitalidad. Son fuertes, atléticos e incansables, pero también pueden adaptarse sin problemas a la vida en familia. Algunas personas los asocian con una raza de guardianes agresivos, pero nada más lejos de la realidad. Si algo distingue a estos canes es su versatilidad, ya que pueden adaptarse tanto a tareas de protección como a actividades deportivas o a un entorno doméstico. A continuación, recuperamos algunas leyendas urbanas sobre la raza Dobermann, para ver cuánto de verdad hay en ellas y cuánto de invención.

“Fueron creados por los nazis para ser utilizados en los campos de exterminio”

Muchas películas con temática nazi han utilizado perros Dóberman que han reforzado esta idea de raza agresiva, igual que la ideología. Si bien es cierto que tienen un origen alemán, fueron creados antes de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, llegaron a los EE. UU. en la década de 1920 e, incluso, fueron utilizados por el ejército norteamericano durante el conflicto. Los militares alemanes sí emplearon a estos canes en los campos de concentración. Sin embargo, no era necesariamente la variedad más numerosa.

“Todos los ejemplares de esta variedad son feroces”

Los Dóberman son muy versátiles y una de las tareas que mejor se les da es la protección de personas y hogares. Por este motivo, es habitual verles como guardianes implacables. Sin embargo, su eficacia no significa que tengan instintos feroces. Como otras razas de perros guardianes, es un can que siempre está en alerta y que, bien entrenado, solo atacará en momentos en los que detecte un peligro real.

“Tienen un temperamento solitario”

Esta idea tampoco es nueva, pero está tan errada como las anteriores. Más allá de su aspecto sobrio y su rostro impasible, los Dóberman se sienten a gusto formando parte de un grupo familiar. Les agrada estar cerca de los suyos y se comportarán de manera cariñosa y respetuosa siempre que se les respete. Incluso aprenden a identificar y a confiar rápidamente en los amigos de la familia.

“Cuando terminan de madurar suelen atacar a su dueño”

La idea de que un perro de esta raza se vuelve loco a los dos años y tiende a atacar a su criador, no solo se limita a los Dóberman sino a todas las razas de temperamento territorial o dominante. Lo cierto es que, cuando un ejemplar de esta variedad termina de madurar, al año y medio o dos años, su naturaleza le pide que se enfrente al macho alfa para reclamar su territorio. Esto jamás va a ocurrir si el can está entrenado en obediencia, educado con firmeza y correctamente socializado desde cachorro.

“Los Dóberman deben estar siempre afuera, cuidando la casa”

Otro mito relacionado con esta raza es que solo sirven para realizar tareas de seguridad. Sin embargo, muchos de estos canes disfrutan pasando tiempo en casa, cerca de los suyos. Si abrirles las puertas del hogar es importante para que aprendan a relacionarse correctamente, aún es más importante en época invernal.

Los ejemplares de esta variedad tienen un pelaje de una sola capa y son sensibles al frío. Por eso, no los dejes afuera si la temperatura es muy baja o en época de lluvias. Durante los paseos conviene que estén bien abrigados. Otro aspecto a tener en cuenta es que, si pasan mucho tiempo sin compañía, pueden volverse reservados, miedosos o ariscos, algo que podría derivar en conductas agresivas.

“Cuando un Dóberman aprende a comportarse de cierta manera, ya no cambia”

Muchos consideran que, una vez un Dóberman ha aprendido algo, malo o bueno, ya no puede modificarse esta conducta. En realidad, es otra falacia fácil de refutar, ya que si algo define a estos perros es su capacidad de adaptación para realizar diferentes tareas. Su versatilidad y facilidad de aprendizaje se debe, sobre todo, a su gran inteligencia. En una lista realizada hace años por un psicólogo canino, la raza se situó como la quinta más inteligente del mundo.

“Los Dóberman se vuelven locos porque les crece más el cerebro que el cráneo”

Esta leyenda urbana se relaciona con razas temperamentales, como los Rottweiler, los American Pitbull Terrier o los Dogo Argentinos.  No tiene base científica y tampoco se han encontrado casos con esa patología. Si el cerebro creciera más que el cráneo, el ejemplar simplemente moriría, lo que desmonta absolutamente la creencia. Un Dóberman no se volverá loco por esta causa. Eso sí: si no está bien adiestrado y socializado intentará convertirse en el líder de la manada.