La leptospirosis es una enfermedad causada por bacterias que puede afectar a cualquier perro y llegar a tener consecuencias graves o incluso fatales. Además, es de las enfermedades que pueden transmitirse a los seres humanos. Por lo tanto, estamos ante una zoonosis, distribuida a nivel mundial, que es importante conocer. Hablamos de la leptospirosis en perros en el siguiente artículo.
¿Qué causa la leptospirosis?
La bacteria que está detrás de la leptospirosis es una espiroqueta del género Leptospira, de ahí el nombre de la enfermedad. Existen diferentes tipos (serovares) y el perro se considera reservorio de uno de ellos.
El contagio suele producirse por el contacto con agua contaminada con la orina de algún animal enfermo. Las bacterias pueden sobrevivir un tiempo en el medio. Generalmente, este animal son las ratas, que también pueden transmitir la enfermedad a las personas. Ellas apenas se ven afectadas por la leptospirosis, lo que hace que puedan vivir años como portadoras.
Por su parte, los perros pueden contagiar a personas y otros perros mediante el contacto con su orina. Ellos también pueden ser portadores crónicos sin sintomatología clínica. En otras palabras, podrían contagiar sin que supiésemos que han pasado la enfermedad.
Y no es ninguna broma, ya que la leptospirosis puede llegar a ser mortal. La vinculación de la enfermedad a las ratas hace que se considere más importante en zonas de campo y en perros que viven al aire libre, pero lo cierto es que en las ciudades la concentración de roedores es más que considerable, por lo que no debemos bajar la guardia, con independencia del lugar de residencia o las características del perro.
Signos clínicos de la leptospirosis
Una de las complicaciones de la leptospirosis es que sus signos clínicos pueden cursar de forma muy diferente. Así, algunos perros apenas manifestarán sintomatología, mientras que otros enfermarán de gravedad al punto de fallecer. Además, la evolución de la leptospirosis puede ser más o menos lenta.
Por otra parte, los signos clínicos son bastante inespecíficos, lo que es otro factor que puede llevar a que el diagnóstico se retrase al confundir el cuadro con el de otras enfermedades, quizás más comunes. Destacamos los siguientes:
- Fiebre elevada.
- Pérdida de apetito.
- Congestión de las mucosas.
- Vómitos y diarrea, en ocasiones con sangre.
- Coloración amarillenta de las mucosas (ictericia) por afectación del hígado.
- Orina oscura.
- Deshidratación.
- Apatía.
- Malestar general.
- Rigidez.
- Disminución de la actividad.
- Convulsiones.
- Hemorragias.
- Insuficiencia renal.
Diagnóstico de leptospirosis
Si nuestro perro presenta signos clínicos como los mencionados, es imprescindible acudir al veterinario. Este profesional examinará al animal y su historial clínico y realizará pruebas, como un análisis de sangre y/u orina, para obtener el diagnóstico. Debido a la potencial gravedad de la enfermedad y al riesgo de transmisión a las personas y a otros animales, es importante confirmar si se trata o no de leptospirosis.
Tratamiento de la leptospirosis
Al ser una enfermedad bacteriana, es posible tratarla con antibióticos que, por supuesto, solo podrá recetar el veterinario. Además, según la sintomatología que presente el perro, pues la leptospirosis puede dañar órganos como el hígado o los riñones, será necesario iniciar distintos tratamientos de soporte y control de signos clínicos, como vómitos o diarrea.
Algunos perros requerirán ingreso hospitalario y será necesario administrar fluidoterapia. En cualquier caso, es fundamental iniciar el tratamiento lo antes posible. Hay que saber que, al existir diferentes serovares, un perro recuperado puede volver a contraer la enfermedad por otro serotipo, pues solo será inmune a aquel que desencadenó la leptospirosis la primera vez.
Por otra parte, es importante ser conscientes de la importancia de la higiene, pues el perro puede convertirse en portador. Aunque hay que señalar que es raro que transmita la enfermedad a las personas, debemos adoptar medidas de protección durante el tratamiento. Destacan las siguientes:
- Lavarse bien las manos tras el contacto con el perro o su orina.
- Utilizar guantes desechables al limpiar cualquier resto de orina.
- Procurar que el perro orine en lugares en los que se seque pronto la orina, pueda limpiarse por completo o, al menos, sea difícil que animales o personas accedan a ella.
- Desinfectar con productos a base de yodo o cloro las zonas que se hayan contaminado con orina o cualquier otro fluido corporal.
- De notar cualquier malestar, informar al médico.
Prevención de la leptospirosis
Al tratarse de una enfermedad potencialmente mortal, que puede generar portadores y transmitirse a los seres humanos, el interés debe estar centrado en la prevención. Por suerte, para ello existen vacunas que se pueden administrar a los perros siguiendo el calendario pautado por el veterinario. Además, deberíamos seguir estas precauciones:
- Mantener el hogar libre de roedores, cuidando la higiene y el almacenaje de los alimentos.
- Evitar, en lo posible, que el perro entre en contacto con roedores y otros animales silvestres, que también pueden ser portadores de la enfermedad.
- No dejar que beba agua de los charcos o, en general, cualquier agua que pueda estar contaminada por la orina de otros animales.
- No permitir que nade o juegue en aguas estancadas.