Cuando hablamos de insuficiencia renal en los gatos hacemos referencia a un problema en los riñones que impide su correcto funcionamiento. Dada la importancia de estos órganos para el organismo, estamos ante un trastorno de gravedad.

El riñón y la insuficiencia renal

Los gatos tienen dos riñones que se encargan de diferentes funciones entre las que destaca la filtración de la sangre para limpiarla de desechos que se eliminan a través de la orina. Un fallo en los riñones se produce por distintas causas, como envejecimiento, infecciones, intoxicaciones, enfermedad renal poliquística o tumores.

El sistema renal es capaz de ir compensándose, pero cuando ya no lo consigue aparecen los signos clínicos que pueden alertarnos del problema. Por desgracia, estos acostumbran a pasar desapercibidos en las fases iniciales y solo se detectan cuando el daño al riñón está ya muy avanzado.

Estos daños no van a ser reversibles. El gato no podrá curarse, pero sí es posible darle un tratamiento que le proporcione una buena calidad de vida durante años, ralentizando el avance de la enfermedad.

Cómo detectar la enfermedad renal en gatos

Es habitual que los gatos, instintivamente, oculten sus signos de enfermedad. Por eso no es extraño que tardemos tiempo en darnos cuenta de que algo sucede. Además, los síntomas en caso de insuficiencia renal pueden ser inespecíficos o parecernos leves, lo que influye en la tardanza a la hora de acudir al veterinario. Destacamos:

  • Adelgazamiento.
  • Deshidratación.
  • Inapetencia y anemia.
  • Incremento en la ingesta de agua.
  • Aumento en la cantidad de orina eliminada, pero también puede haber disminución o ausencia total.
  • Letargo.
  • Mal aspecto del manto.
  • Vómitos y diarrea o, al contrario, estreñimiento.
  • Olor raro en el aliento.
  • Heridas en la boca.
  • Descoordinación y debilidad muscular.
  • Hipertensión.

Cómo se diagnostica la insuficiencia renal

Si nuestro gato manifiesta alguno de los signos que hemos señalado, es importante que acudamos al veterinario. Es la única manera de obtener un diagnóstico. El veterinario nos preguntará por el historial del gato. Lo examinará y, ante la sospecha de insuficiencia renal, le extraerá una pequeña cantidad de sangre para analizar.

De esta manera podemos conocer el estado de tres parámetros muy importantes para el diagnóstico. Estos son la creatinina, la urea y el biomarcador SDMA. Una elevación de sus valores en la sangre de nuestro gato es indicativo de insuficiencia renal. Los veterinarios la clasifican en distintos estadios según la gravedad.

De ellos depende el tratamiento, por eso es habitual también hacer el análisis de una muestra de orina, que estará poco concentrada, medir la presión arterial o realizar una ecografía renal. Con toda la información se clasifica al gato en uno de los estadios y se le pauta el tratamiento más adecuado.

Tratamiento del gato con insuficiencia renal

La insuficiencia renal puede producirse por un problema puntual en gatos de cualquier edad, como una infección en el riñón o una intoxicación. En estos casos el gato presentará un cuadro agudo. Se pondrá muy enfermo de un día para otro. Estará apático, quieto, no comerá y se deshidratará. Algunos no orinarán mientras que otros lo harán en cantidad.

Es una urgencia. Si el gato no recibe atención es probable que fallezca. En estos casos lo primero es estabilizarlo. Se ingresará para administrarle fluidos y medicación intravenosa, además de realizarle pruebas para llegar al diagnóstico. Las siguientes 24-48 horas son cruciales. Si se recobra puede recuperar su función renal o convertirse en enfermo crónico.

La insuficiencia renal crónica es, por desgracia, muy frecuente en gatos mayores, sobre todo a partir de los 8 años. Se va desarrollando durante meses y se asocia al envejecimiento. Puede tratarse en casa con fármacos, dieta e hidratación, pero no es curable. Periódicamente hay que acudir a revisiones veterinarias para controlar la evolución y ajustar el tratamiento.

Fármacos para el tratamiento de la insuficiencia renal

Según el estadio de la enfermedad en el que se encuentre nuestro gato, el veterinario valorará la necesidad de administrarle diferentes medicamentos. Estos se orientan al tratamiento de los síntomas que el animal presente.

Por ejemplo, pueden darse antieméticos para evitar los vómitos, fármacos para animar al gato a comer, controlar la presión sanguínea, quelantes del fósforo, suplementos de potasio, vasodilatadores, etc.

La hidratación es clave en la insuficiencia renal felina

Los gatos con insuficiencia renal suelen presentar cierto grado de deshidratación. Es habitual que eliminen mucha orina poco concentrada en el intento de eliminar las toxinas. La deshidratación va a empeorar su estado general, les resta apetito, agravando el cuadro.

De ahí la importancia de conseguir que beban. Para ello, además de, por supuesto, tener a su disposición agua limpia y fresca durante las 24 horas del día, podemos recurrir a las fuentes. Son bebederos que mantienen siempre el agua en movimiento, lo que resulta incitador para muchos gatos. Se recomienda disponer varias por toda la casa.

Otra opción es darle alimento húmedo o remojar el pienso, añadiéndole agua tibia. De esta forma, aunque beba poca cantidad, conseguiremos que aumente la ingesta de líquidos. Si nada funciona el veterinario valorará la opción de ponerle suero subcutáneo o intravenoso.

La comida del gato con insuficiencia renal

En esta enfermedad la comida es como un fármaco más. El veterinario nos recomendará una dieta especial formulada para gatos con esta enfermedad. Debe ser administrada en exclusiva. Si le damos además otros alimentos, perderemos el efecto beneficioso que se pretende.

Hay dos excepciones. La primera es cuando el gato está en una fase tan avanzada de la enfermedad que lo único que importa es que coma, sea lo que sea, ya que los efectos del ayuno son peores que los de una dieta inapropiada. La segunda sucede cuando el gato no acepta la nueva dieta. Antes de que no coma, mejor es seguir dándole su menú de siempre.