El hipertiroidismo es un trastorno que se caracteriza por una excesiva producción de hormonas tiroideas. Más frecuente en gatos mayores, desencadena una amplia gama de signos clínicos, lo que puede complicar y retrasar el diagnóstico.

Aunque cada vez más identificado, conviene que los cuidadores conozcan su sintomatología para poder acudir al veterinario desde la primera sospecha. A continuación, hablamos del hipertiroidismo en gatos, cómo diagnosticarlo y de qué manera tratarlo.

¿Qué es el hipertiroidismo?

Para entender el hipertiroidismo primero hay que conocer la existencia de la glándula tiroides. El hipertiroidismo se origina cuando esta glándula, por distintas causas, produce más hormonas tiroideas de las que debería.

Esto, lógicamente, tiene implicaciones en todo el organismo, al aumentar la tasa metabólica y acabar por provocar daños en los distintos órganos. Es más habitual diagnosticarlo en gatos de edad avanzada.

Causas de hipertiroidismo

La glándula tiroides segrega más hormonas debido a una hiperplasia o a la aparición de tumores benignos o malignos (menos frecuente). Este crecimiento de la glándula se relaciona con varias causas, entre las que destacan las siguientes:

  • Alteraciones inmunológicas.
  • Factores ambientales.
  • Infecciones.
  • Problemas nutricionales.
  • Genética.

Signos clínicos de hipertiroidismo

Son variados e incluso opuestos. Muchos de ellos pueden coincidir con los de otras enfermedades, con lo que es importante que el veterinario realice un buen diagnóstico. Entre los signos clínicos más habituales señalamos los siguientes

  • Nerviosismo que llama la atención, pues antes el gato no se comportaba de esa manera.
  • Por ejemplo, el gato puede llegar al veterinario y comenzar a explorar la consulta, a interaccionar con el personal, etc., sin parar en ningún momento.
  • Aumento en la ingesta de comida (polifagia).
  • Pérdida de peso, aunque el gato coma más.
  • Incremento en la cantidad de orina eliminada (poliuria).
  • Consumo excesivo de agua (polidipsia).
  • Trastornos digestivos, como vómitos y diarrea.
  • Falta total o parcial de autoacicalado, que se puede reflejar en un manto sucio y enmarañado.
  • Agresividad.
  • Al contrario, otros gatos presentan letargo, anorexia (disminución del apetito) y debilidad.

Cómo se diagnostica el hipertiroidismo

Si sospechamos que nuestro gato padece hipertiroidismo, debemos acudir al veterinario. Este profesional revisará su historia clínica, indagará sobre la sintomatología y palpará la glándula tiroides en busca de anomalías.

Además, con una muestra de sangre se pueden determinar los niveles de hormonas tiroideas. La recomendación es realizar una analítica completa de sangre y de orina, que no solo permite detectar el hipertiroidismo, sino, también, descartar otras enfermedades y obtener información sobre el estado general del gato.

Es posible que los valores hormonales estén dentro de los parámetros considerados normales, pero si el gato presenta signos clínicos compatibles con hipertiroidismo, podría tratarse de un caso de hipertiroidismo leve u oculto. En estas situaciones, el veterinario prescribirá otras pruebas para confirmar el diagnóstico.

Complicaciones del hipertiroidismo

Los gatos con hipertiroidismo pueden padecer también otras enfermedades que compliquen el cuadro, el tratamiento y, en definitiva, el pronóstico. Por ejemplo:

  • Cardiomiopatía hipertrófica: este problema cardiaco puede presentarse en gatos hipertiroideos con sintomatología como taquicardia, soplos, etc.
  • Insuficiencia renal: no es extraño que se diagnostique en gatos hipertiroideos, sobre todo en aquellos ejemplares de edad avanzada.
  • Hipertensión: es otro de los efectos que puede tener el hipertiroidismo. No suele provocar signos clínicos detectables por el cuidador.
  • Problemas gastrointestinales: son bastante frecuentes y comprenden pérdida o aumento del apetito, adelgazamiento, incremento en la frecuencia de las defecaciones y del volumen de las heces, vómitos, diarrea, malabsorción, etc.

Tratamiento del hipertiroidismo

Existen varias opciones para tratar el hipertiroidismo. El veterinario tendrá que evaluar las ventajas y los inconvenientes, además de las circunstancias de cada caso, para escoger el mejor tratamiento.

Hay que valorar costes, bienestar del animal, presencia de otras enfermedades, posibilidad de administrar el tratamiento, de acudir a un centro especializado o de contar con un cirujano con experiencia, etc.

Comenzando a tratar a tiempo, por eso es importante acudir al veterinario en cuanto percibamos alguna sintomatología, y si no se diagnostican enfermedades concurrentes, el pronóstico es bueno. Básicamente, los tratamientos posibles son los siguientes:

  • Tiroidectomía: es la intervención quirúrgica que permite extraer uno o los dos lóbulos de la glándula tiroides o solo el tejido hiperfuncional. Se considera una intervención efectiva, aunque, por supuesto, es una técnica invasiva que requiere anestesia y tiene su dificultad y su coste.
  • Fármacos antitiroideos: son de administración oral y actúan inhibiendo la síntesis de hormonas tiroideas, aunque la glándula puede seguir creciendo. Implican un seguimiento veterinario regular para valorar la evolución de los niveles hormonales. El coste puede llegar a ser elevado. Es un tratamiento de por vida.
  • Yodo radiactivo: tiene la capacidad de destruir el tejido hiperfuncional, sin dañar el resto de la glándula. Se considera un tratamiento no invasivo, sencillo y seguro, pero presenta inconvenientes considerables. Por ejemplo, el tiempo de ingreso que requiere, el estrés que eso puede suponer para el gato, el coste, la dificultad para encontrar un centro autorizado, etc.