Más conocida como la enfermedad del gusano del corazón, la dirofilariosis está provocada por un parásito interno que se transmite mediante un vector, el flebotomo. Se trata de una enfermedad grave y en expansión, por lo que es previsible que aumente el número de casos.
Además, es una enfermedad que también puede afectar a las personas. Por todos estos motivos, es importante conocer qué es la dirofilariosis en perros, cómo se trata y cuáles son las medidas de prevención.
¿Qué es la dirofilariosis?
La dirofilariosis es una enfermedad parasitaria que causa un gusano nematodo llamado Dirofilaria immitis. Es un parásito interno que se aloja, sobre todo, en el corazón y en las arterias pulmonares.
En estas zonas crece, pudiendo llegar a alcanzar incluso los 30 cm de longitud, y se reproduce con rapidez. Lógicamente, esto va a provocar dificultades en el flujo sanguíneo y alteraciones de menor o mayor gravedad. Es una enfermedad de distribución mundial.
¿Cómo se transmite la dirofilariosis?
Las dirofilarias llegan al perro mediante un vector: el flebotomo. Este se alimenta de la sangre de un perro infectado, llevándose fases jóvenes del gusano que se encuentran en ella. Es en el propio flebotomo donde estas larvas crecen hasta convertirse en gusanos inmaduros.
Cuando el flebotomo pica a otro perro, le transmite estos gusanos, que seguirán creciendo en su organismo hasta la fase adulta, que es la que se aloja en el corazón y en las arterias pulmonares. Además, la perra puede transmitir el parásito a sus cachorros durante la gestación a través de la placenta.
Signos clínicos de dirofilariosis
Lo primero que hay que saber es que algunos perros cursan asintomáticos durante mucho tiempo, es decir, están enfermos, pero no muestran ningún signo clínico. Lógicamente, este hecho puede retrasar mucho el diagnóstico.
Cuando este llega, incluso años después, la enfermedad ya es grave, tanto que el perro puede fallecer. La sintomatología que podemos detectar en un ejemplar con dirofilariosis incluye:
- Apatía y disminución de la actividad.
- Intolerancia al ejercicio.
- Incremento del ritmo cardiaco.
- Tos no productiva y crónica (más marcada tras realizar ejercicio).
- Dificultades respiratorias.
- Epistaxis (hemorragia nasal) y sangrados bucales.
- Adelgazamiento.
- Anorexia, es decir, el perro deja de comer.
- Ascitis (acumulación de líquido en la zona abdominal).
- Síncopes.
- Paro cardiaco.
- Puede haber más sintomatología relacionada con la afectación de órganos como el hígado o los riñones.
Diagnóstico de la dirofilariosis
Si nuestro ejemplar presenta alguno de los signos clínicos mencionados, debemos acudir al veterinario. Este profesional examinará la historia clínica del perro, le hará una revisión general y determinará las pruebas necesarias.
La dirofilariosis se puede detectar mediante un test rápido con una muestra de sangre, que se puede realizar en la propia clínica. Hay varias opciones entre las que escogerá el veterinario según las circunstancias de cada caso. Las microfilarias se pueden ver directamente en la sangre.
También pueden hacerse análisis de sangre, que proporcionan información sobre el estado general del animal, radiografías, ecografías, etc. Todos estos datos sirven para obtener un pronóstico, al permitir valorar la gravedad de la infección.
Tratamiento de la dirofilariosis
El tratamiento de esta enfermedad es complejo y largo, de ahí que debamos incidir en la importancia de la prevención. Por supuesto, se establece, de manera específica, para cada caso. Se basa en eliminar tanto microfilarias como larvas y gusanos adultos.
Hay que utilizar fármacos diferentes para los distintos estadios de los parásitos y mantener al perro en reposo para intentar prevenir complicaciones como el tromboembolismo pulmonar, originado por la muerte de los parásitos y que puede resultar fatal.
Así, aunque la dirofilariosis es una enfermedad tratable, su tratamiento entraña riesgos considerables, sobre todo en los casos más graves. Este comienza con la administración de antibióticos para eliminar la bacteria Wolbachia.
De no hacerlo, estas bacterias se liberarían al organismo de forma masiva en cuanto muriesen los gusanos adultos, causando serias complicaciones. También es importante eliminar las formas adultas progresivamente para reducir daños. En algunos ejemplares se valora su extracción quirúrgica.
Además, pueden necesitarse fármacos específicos para controlar la sintomatología que presente el perro, como las alteraciones renales o hepáticas. Los ejemplares enfermos, además, van a requerir una alimentación de calidad y la implantación de medidas de prevención para que la infestación no se vuelva a repetir.
Cómo prevenir la dirofilariosis
En vista de la potencial gravedad de la enfermedad y los riesgos que supone su tratamiento, debe ponerse el foco en la prevención. Para ello podemos recurrir al uso de distintos productos comercializados para perros con este objetivo.
Los hay para administrar de forma oral, tópica o inyectable. Nuestro veterinario de confianza nos recomendará la mejor pauta de desparasitación según las circunstancias de cada perro.