Los perros, al igual que las personas, también pueden sufrir estados que van más allá de la tristeza. La depresión canina surge ante diferentes causas que suelen tener en común que provocan un cambio drástico en aquello que para el perro es más importante.

Pero, ¿cómo podemos saber si nuestro perro tiene depresión? En el siguiente artículo hablamos de cómo identificar la depresión en los perros y qué podemos hacer para tratarla.

Causas de la depresión

Como en los humanos, los perros pueden deprimirse debido a múltiples motivos. Estos son los principales:

  • Muerte de un ser querido: puede ser tanto una persona como un animal. Tras el fallecimiento, el perro inicia un periodo de duelo, pues debe adaptarse a vivir sin el vínculo que había creado con ese miembro de su familia.
  • Cambios importantes: por ejemplo, un cambio de vivienda, pero, también, de familia, como puede sucederles a los perros abandonados. Un entorno nuevo y otro lugar implican un cambio brutal en su día a día que puede llevar a la depresión. Hay que recordar que los perros, aunque no tanto como los gatos, también son animales de rutinas y previsibilidad.
  • Estrés: situaciones altamente estresantes prolongadas en el tiempo favorecen la aparición de depresión. Son ejemplos las peleas que puede haber en el hogar con otros animales con los que se conviva o cualquier otro incidente que pueda alterar la tranquilidad del animal.
  • Problemas de socialización: cuando los perros no se exponen a diferentes estímulos en los primeros meses de vida, pueden llegar a deprimirse o a sufrir problemas de comportamiento en el futuro al no saber gestionar sus emociones.
  • Pseudogestación: las perras enteras, es decir, no castradas, pueden vivir un periodo difícil en el que, debido a alteraciones hormonales, piensan que están gestando y criando, lo que las lleva a mostrar diferentes signos clínicos entre los que se encuentra la depresión.

Signos clínicos de la depresión

En ocasiones, la depresión canina es relativamente fácil de detectar porque se produce tras un acontecimiento que a nosotros mismos también nos entristece, como puede ser la muerte de un ser querido.

Si observamos cambios en el comportamiento del perro, es sencillo que los relacionemos con nuestros propios sentimientos. Esta sería una depresión exógena, es decir, debida a factores externos. Es el tipo de depresión más común en los perros.

Pero, otras veces, no es tan evidente la relación o no sabemos qué es lo que ha desencadenado la depresión. En estos casos, debemos prestar atención a los siguientes signos clínicos:

  • Tristeza.
  • Disminución de la actividad e incluso búsqueda de escondites en los que refugiarse.
  • Desinterés por relacionarse con las personas o con otros animales y/o con el entorno.
  • Cambios en la alimentación, pudiendo aumentar la ingesta o reducirse.
  • Apatía.
  • Alteraciones en los patrones de sueño, durmiendo más o menos según cada caso.
  • Gemidos, lloros o aullidos que no parecen responder a ninguna causa identificable.
  • Ausencia de conductas de juego y/o de afectividad.
  • Lentitud de movimientos.
  • Incontinencia urinaria.
  • Aparición de estereotipias, que son repeticiones de una conducta, siempre de la misma manera, sin un objetivo determinado. Un ejemplo es perseguirse sin parar la cola.
  • Ansiedad.
  • Agresividad.
  • En general, cambios en el comportamiento.

Tratamiento de la depresión

Si sospechamos que nuestro perro puede estar atravesando una depresión, lo primero que debemos hacer es acudir al veterinario. Es así porque algunos de los signos clínicos pueden estar producidos, no por una depresión, sino por alguna enfermedad de origen físico.

Por este motivo, lo primero es un chequeo general para valorar su estado y confirmar su buena salud. Después, con el diagnóstico de depresión en la mano, es importante intentar identificar la causa que la ha desencadenado para, en lo posible, ponerle remedio.

Dependiendo de la gravedad del cuadro, el veterinario puede recomendarnos la consulta con un profesional del comportamiento canino o etólogo. El tratamiento habitual incluye la implantación en casa de medidas de manejo y cuidado para acompañar y mejorar la salud emocional del perro. En algunos casos, es posible recurrir a algunos medicamentos que, por supuesto, tiene que recetar el veterinario.

Medidas para tratar a un perro deprimido

Por supuesto, según cada caso, el veterinario, el etólogo o ambos nos explicarán cómo debemos tratar al perro para ayudarlo a mejorar. En general, debemos cuidar estos aspectos:

  • Dedicar tiempo todos los días a estar con él.
  • Hacer juntos ejercicio adaptado a sus circunstancias, incluyendo juegos, diferentes actividades, etc.
  • No dejarlo solo durante muchas horas seguidas.
  • Evitar, en lo posible, los estímulos que sabemos que le resultan estresantes.
  • Implantar pautas de adaptación si debemos someterlo a cambios importantes.
  • Probar las feromonas tranquilizadoras.
  • Castrar a las perras para prevenir que sufran pseudogestaciones tras cada celo.
  • En algunos casos, incorporar un nuevo miembro a la familia puede animar a un perro deprimido. Pero, como podría ser contraproducente, es una decisión que debe valorar el etólogo.