Para algunos, el sokoke constituye la única raza de gato realmente exótica, puesto que es fruto de la selección natural y su antigüedad genética queda corroborada en su característico manto. Su aspecto salvaje obedece a la necesidad de camuflarse y sobrevivir en un medio hostil como es el bosque de Sokoke-Arabuke, en Kenia, que le da nombre.

Su temperamento juguetón, orgulloso y travieso tiene más que ver con los perros que los gatos, siempre pendiente de los gestos y ademanes de su tutor, con quien suele forjar un estrecho vínculo. Los sokoke o African Shorthair, como también se les llama, tienen alma de niño y apariencia de felino salvaje, haciendo de ellos una raza única y fascinante.

Su patrón es el eslabón perdido

Estos esbeltos mininos lucen un cuerpo alargado y musculoso. Son de tamaño mediano y poseen un patrón de pelo único. De apariencia brillante, es corto, denso y algo áspero al tacto. Ninguna otra raza presenta la diversidad de manchas irregulares y rayas, rectas y curvas, de los gatos sokoke.

En el estándar oficial solo se aceptan las negras, pero pueden ser grises o azuladas. La comunidad científica considera que la coexistencia de este patrón tabby, debido al gen agouti, con las manchas podría explicar el origen del manto atigrado de la mayoría de gatos domésticos.

Que las rayas y manchas abarquen la totalidad de su cuerpo evidencia la antigüedad genética del sokoke. Sus extremidades son largas y fuertes, siendo las traseras ligeramente más largas que las delanteras. Esta característica los dota de una posición corporal y de una manera de caminar muy peculiar, evocando a felinos salvajes como los chita africanos.

Sus ojos, grandes y almendrados, son de color verde claro o ámbar y están delineados con el color de sus manchas, al igual que su nariz. Su cola es larga, fina y termina con unos anchos anillos oscuros. Igualmente, llaman la atención sus grandes orejas puntiagudas, siempre erguidas, y sus pómulos prominentes.

Saltarines y cariñosos

Su procedencia salvaje los delata, y es que no pueden evitar aprovechar cualquier excusa para trepar, saltar, perseguir o jugar con el agua. Son gatos muy activos que disfrutan de la compañía de los humanos y de otros animales, aunque también reclaman momentos de soledad para descansar y dedicarse a la vida contemplativa. Son bastante vocales.

Se adaptan a todo tipo de familias. No así a los pequeños apartamentos. Necesitan espacio para dar rienda suelta a su ansia de exploración y para ejercitarse. Saben entretenerse solos y aprenden rápido a abrir puertas, si con ello pueden comerte una de sus travesuras. Son muy cariñosos y empáticos, llegando a conectar con el estado de ánimo de su tutor.

Cuidado con el frío

Carecen de subcapa, lo que facilita su mantenimiento durante todo el año, pero, al mismo tiempo, obliga a extremar las precauciones cuando llega el frío. Son muy sensibles a los cambios bruscos de temperatura y a las corrientes de aire. Recuerda que proceden de un país de clima cálido. Es suficiente con que el cepillado se lleve a cabo una vez por semana.

Su espíritu juvenil y rebelde también se hace notar en su aversión por las frutas y las verduras. Su predilección por la proteína animal está a prueba de toda duda, por lo que alternar el pienso con carne o pescado hervido, sin astillas ni espinas, les resulta más grato, y nutritivo. La higiene bucal debe repetirse varias veces por semana.

Para sentirse feliz y equilibrado debe disponer de espacio suficiente y de recursos en altura con los que mantenerse activo y estimulado. Los sokoke son otra de las razas que agradecen los paseos con correa y arnés, ya que les permiten sentirse conectados con la naturaleza.

Los Khadzonzos están en peligro de extinción

Apenas existen 100 ejemplares de sokoke en el mundo. Poco más de 50 de ellos están en África. Han convivido desde hace siglos con la tribu Giriama, a la que han alimentado durante décadas. Esta tribu los bautizó como Khadzonzos, que en keniano significa corteza. No en vano, su manto recuerda a la corteza de un árbol, algo que les sirve para camuflarse.

¿Sabes que no se repite el mismo manto en ningún sokoke y que a lo largo de su vida va variando? Otra curiosidad que queremos compartir contigo es que las hembras tienden a alargar el período de lactancia y que los machos gustan de proteger a sus crías, tumbándose junto a ellas y reemplazando a la madre, en la “caja nido”.

En 1984 una criadora de gatos danesa se llevó una pareja de sokoke a su país e inició así la cría de esta raza fuera de África. De hecho, Dinamarca es el país de referencia en cuanto a su exportación. La FIFe (la Federación Felina Internacional) reconoció oficialmente la raza en 1993 con el nombre de Forest Cat.