Los llamados Perros del faraón o Kelb-tal Fenek son una raza canina de origen antiguo que se dedicaba a la caza, guiada por la vista, el olfato y el oído. Hoy en día lo encontramos también como perro de compañía. A continuación hablamos de sus curiosidades.

El primitivo Perro del faraón

Se cree que el Perro del faráon desciende de un lobo, de tamaño pequeño y gran agilidad, que poblaba la península arábiga. Algunos restos de esqueletos caninos datados en hace unos 5000 años y encontrados en Oriente Medio muestran una gran similitud con él.

Aproximadamente 2000 años atrás, después de la invasión de Egipto por los romanos, los conocidos comerciantes fenicios y cartagineses fueron los encargados de trasladar a este tipo de perro, que cazaba conejos, por el Mediterráneo. Llegaron a islas como Malta y Gozo, en el caso del Perro del faraón, las Baleares o Sicilia.

Precisamente el hecho de haber sido trasladados a islas ha conseguido que la raza conserve sus características primitivas y puras, gracias a haberse mantenido aislada. Sin duda, su aspecto elegante, atlético y digno es inconfundible. En la década de 1960 esta raza se popularizó de nuevo al lograr suscitar el interés entre los criadores.

¿Una raza inteligente?

En la década de 1990, el psicólogo Stanley Coren elaboró una lista de inteligencia canina. Enumeró las razas del puesto uno al 79, según una mayor o menor inteligencia. Hay que decir que se refiere a una inteligencia entendida como la capacidad de aprendizaje y de obediencia a órdenes. En este sentido deben interpretarse los resultados.

El Perro del faraón ocupa el puesto número 37. Por lo tanto, según el listado de Coren, es una raza bastante inteligente. Esto implica que son perros que cuentan con la capacidad de aprender órdenes con relativa rapidez y, también, que son capaces de obedecerlas buena parte de las veces que se las solicitan.

En conclusión, es un perro con buena disposición para el aprendizaje, pero hay que tener en cuenta que su personalidad puede jugar en contra de su educación. Por eso se recomienda para cuidadores con la suficiente experiencia como para proporcionarles un adiestramiento constante y coherente.

Personalidad del Perro del faraón

Hay que señalar que algunos ejemplares de esta raza pueden mostrarse algo desconfiados con personas, niños incluidos, y otros animales, en parte debido a su carácter independiente. Este rasgo, en ocasiones, implica un exceso de ladridos o un problema en la relación con sus congéneres o incluso con las personas, fruto de una excesiva reserva.

Para evitar esta desconfianza es importante incidir en una socialización precoz, de forma que expongamos a nuestro Perro del faraón a diferentes estímulos nada más llegue a casa. Acostumbrarlo a distintos ruidos, ambientes, personas, otros animales, etc. contribuye a una buena respuesta en el futuro, con mayor confianza ante cualquier estímulo nuevo.

La socialización precoz es importante, sobre todo si queremos que nuestro Perro del faraón convivan con otras especies. De lo contrario corremos el riesgo de que entienda que son presas animales de tamaño más pequeño, como pueden ser los gatos, complicando enormemente la convivencia entre ellos.

Al Perro del faraón le gusta el sol

Es cierto que a casi todos los perros les gusta el sol y disfrutan de él, pero, en el caso del Perro del faraón, no solo es que aprecie un rato de calor, sino que se recomienda especialmente para los climas cálidos. Al contrario, no tolera bien el frío, por lo que siempre debemos evitar exponerlo a bajas temperaturas e incluso abrigarlo durante los paseos.

Que prefiera climas cálidos no quiere decir que lo podamos exponer al sol sin posibilidad de refugiarse en una sombra o que lo animemos a practicar una actividad física intensa en las horas de más calor. Tiene el mismo riesgo que cualquier otro perro a la hora de sufrir, por ejemplo, un golpe de calor.

El hogar ideal para el Perro del faraón

Si estás pensando en adoptar un Perro del faraón debes tener en cuenta las particularidades de tu vivienda. Estos perros necesitan contar con espacio y posibilidades para correr y desplegar la gran actividad de la que hacen gala. Su alto nivel de energía normalmente no es compatible con la vida en un pequeño apartamento.

No quiere decir que no se pudiesen adaptar a la vida urbana si conseguimos cubrir sus necesidades básicas. En ese caso se mostrarán tranquilos en el interior del hogar y muy apegados y sociables con su familia. De todas formas, en general, disfrutarán más de un hogar con patio, jardín o terreno, aunque no pueden vivir siempre a la intemperie.

En estos espacios podrán ejercitarse y jugar con su cuidador, independientemente de que tengan que salir de paseo varias veces todos los días. Eso sí, tenemos que asegurarnos de que el espacio exterior del que dispongan esté perfectamente cerrado para evitar fugas, siguiendo su desarrollado instinto de caza. Pueden saltar alturas considerables.