Estos canes de origen italiano se han ganado el mote de perros “guardaespaldas” por su comportamiento reservado y tranquilo, en alerta desde la retaguardia. Su apariencia y tamaño intimidan, por lo que a menudo su presencia es más que suficiente para disuadir a los ladrones. Con la familia son excelentes compañeros de vida: fieles, inteligentes y con muchas ganas de agradar. ¿Quieres saber más sobre la raza Cane Corso? Sigue leyendo.

Sus antepasados eran perros romanos de combate

Este dato no sorprende, pues es fácil imaginarse a uno de estos ejemplares formando parte de un pelotón de centuriones romanos. Se cree que descienden del antiguo moloso Canix Pugnax. De hecho, el nombre Cane Corso proviene del latín “cohors”, que significa “protector, guardián de las granjas”. Estaban dispersos por toda Italia, siendo más comunes en la provincia de Apulia y en otras regiones al sur de la bota. Se le conoce también con el nombre de Mastín Italiano.

Machos y hembras tienen un carácter diferente

Antes de elegir un Cane Corso debes conocer los rasgos predominantes de su género. Las hembras tienden a madurar con más rapidez que los machos, por lo que su instinto de guarda se desarrolla de forma más temprana.

Quienes han compartido su vida con una Cane Corso aseguran son muy pícaras e inteligentes. Cuando terminan su ciclo de crecimiento, los machos son más fuertes y resistentes, algo a tener en cuenta para cumplir con un rol de perro guardián.

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No son PPP

Los ejemplares de esta raza forman parte del grupo de molosos. Al relacionarse con el Pitbull, el Amstaff o el Rottweiler muchos consideran que el Cane Corso es un perro peligroso. Lo cierto es que es una variedad que ha ido suavizando mucho su temperamento a lo largo de distintas generaciones.

Pese a su carácter tímido suele llevarse bien con todos los miembros de la familia. En España no están considerados como potencialmente peligrosos (PPP), por lo que no es necesario tener una licencia especial. No obstante, para una buena salud física y mental, es primordial que cada cachorro sea correctamente socializado.

A finales del siglo XX casi se extinguen

Durante siglos los Cane Corso fueron empleados como guardianes y para labores del campo; también para la caza pesada de grandes animales. Sin embargo, con la aparición de nueva maquinaria y la innovación de los métodos agrícolas en el siglo XX, fueron desapareciendo.

En 1983 se formó la Society Amorati Cane Corso (“Sociedad de amantes del Cane Corso”, en español), con el objetivo de revivir el interés por la raza y evitar su extinción. La publicación de su estándar oficial por la Federación Cinológica Internacional (FCI) fue en 2015, aunque muchas personas siguen sin conocer las particularidades de esta variedad.

Son comunicativos con sus allegados

Es verdad que no es una raza especialmente cariñosa o demostrativa. Sin embargo, los Cane Corso establecen relaciones muy significativas con los miembros del hogar con los que pasa más tiempo. Suelen comunicarse mediante vocalizaciones que suenan como “wu wu”, además de recurrir a jadeos y a otro tipo de sonidos. Ya verás: no pasará mucho tiempo antes de que empieces a entenderte con tu peludo.

A veces también les gusta estar a solas

A diferencia de muchas otras razas, que no soportan nada bien la soledad, el Cane Corso puede adaptarse en su justa medida. De hecho, una de las técnicas para trabajar en su autoestima, es dejarles a solas en algunos momentos clave. Estos ejercicios, realizados de forma correcta, le permitirán darse cuenta de que puede estar bien sin una compañía constante, algo que es importante que sepa si quieres que cumpla con su función de perro guardián.

Son perros que necesitan estar ocupados

Los Cane Corso son perros serios y, como tales, no les gusta nada holgazanear. Por contra, necesitan mantenerse siempre ocupados y estables. Pueden encargarse de la vigilancia de un chalé o de una granja. Otra opción es el pastoreo de ganado, aprender trucos o practicar la obediencia. Son grandes atletas, que destacan en los deportes caninos y que disfrutarán acompañándote a correr o a andar en bici. Así evitarás que desarrollen comportamientos agresivos o destructivos.