La temporada de baño nos ofrece la oportunidad de disfrutar del mar con nuestro perro, pero también lo expone a algún que otro peligro. Uno de ellos es el encuentro con las medusas y sus temidas picaduras. A continuación explicamos cómo actuar en estos casos.
¿Qué son las medusas?
Las medusas son animales marinos que destacan por poseer un cuerpo similar a una campana y textura gelatinosa. Pueden tener tentáculos que se caracterizan por la presencia de células urticantes, llenas de veneno, que utilizan para atrapar presas o defenderse. Estas disponen de un aguijón con el que inyectan el veneno al entrar en contacto con la piel.
Es posible ver medusas desplazándose por el agua mediante contracciones de su cuerpo, pero muchas veces se encuentran ya muertas en la arena. Aun en este último caso no hay que tocarlas, pues algunas siguen manteniendo su toxicidad un tiempo después de su muerte. Muchos perros, sobre todo los jóvenes y curiosos, entran así en contacto con ellas.
En cualquier caso, la toxicidad de las medusas es muy variable y va a depender de la especie de la que se trate. En las costas españolas se ven unas 200 especies, pero pocas resultan problemáticas. Destaca la medusa fluorescente, la común, la aguamar, la avispa marina o la aguamala. También está la carabela portuguesa, aunque, en realidad, no es una medusa.
Picadura de medusa
Normalmente, la picadura de una medusa es dolorosa, pero leve. Suele resolverse en poco tiempo. La sensación que produce es de ardor o escozor, más o menos intenso, aunque, en ocasiones, puede originarse una herida bastante dolorosa. En un pequeño porcentaje de casos, la picadura será mortal. Estas consecuencias son iguales para perros y para personas.
De todas formas, el efecto del veneno va a depender de varios factores, como el estado del perro, su edad, su tamaño y el de la picadura, la cantidad de veneno inoculado y su localización y, por supuesto, la peligrosidad de la medusa. Como ventaja, los perros cuentan con la protección de su pelaje y de sus almohadillas plantares, al contrario que las personas.
Pero también tienen áreas especialmente vulnerables, como la trufa o la boca, que además suelen acercar a la medusa con la intención de olfatearla. El área inguinal y el abdomen o la cara interna de la orejas son otras de las zonas con mayor riesgo de sufrir la picadura de la medusa, ya que, al tener menos pelo, se ven más expuestas.
¿Ha picado una medusa a mi perro?
No siempre es fácil detectar en el perro el escozor o el ardor que puede producir la picadura de una medusa. A veces vemos que algo le está pasando, pero no conseguimos averiguar de qué se trata. Estos son los signos clínicos que con mayor probabilidad se van a presentar en un perro picado por una medusa y que suelen remitir en unos días, salvo complicaciones:
- Dolor.
- Enrojecimiento de la piel en la zona afectada.
- Inflamación.
- Picor, que el perro puede manifestar frotándose contra la arena, con cualquier objeto o con sus propias patas, si la picadura se localiza en la cabeza.
- Pápulas, que apreciaremos como pequeños bultos rojizos.
- En ocasiones el cuadro se complica con la aparición de alguna infección secundaria.
- En los casos más graves puede haber problemas respiratorios, inquietud, llanto o cansancio. Estos perros requieren asistencia veterinaria.
Actuar ante la picadura de medusa
Si vemos o sospechamos que una medusa ha picado a nuestro perro, lo primero es sujetarlo y mantenerlo lo más tranquilo y quieto posible e impedir que se rasque, lama o mordisquee la zona afectada. Es la forma de evitar propagar el veneno. Después, hay que actuar con rapidez. Estos son los pasos a seguir para un tratamiento de urgencia:
- Lo ideal sería aplicar hielo envuelto en un paño, toalla o cualquier prenda que evite el contacto directo con la piel durante unos 15 minutos. El frío sirve para reducir el dolor. Si no se dispone de hielo, puede sustituirse por una compresa mojada en agua lo más fría posible.
- Debe revisarse la zona por si hubiese quedado algún resto de la medusa.
- En ese caso tiene que retirarse, siempre poniéndose guantes, ya que podríamos ser picados también nosotros.
- Después hay que aclarar bien con agua salada, nunca dulce, y sin frotar, pues se potenciaría la descarga del veneno. A la vez, la zona afectada se raspará con mucho cuidado. Para ello sirve una tarjeta de plástico, como la de crédito o similar, que siempre solemos tener a mano, incluso estando en la playa.
- Finalmente debe efectuarse un lavado con vinagre, durante otros 10-15 minutos, porque frena la descarga del veneno.
- Ya solo quedaría secar bien la zona, sin frotar, y aplicar alguna pomada para controlar el dolor que nos recete el veterinario. Por supuesto, si la picadura es grave o el estado del perro es preocupante, hay que trasladarlo de inmediato a un centro veterinario. Si es posible, debemos fotografiar la medusa o recogerla, con todas las precauciones.