Los gatos son animales conocidos por su resistencia ante el dolor y las enfermedades. Es decir, resulta difícil saber que están mal, pues son capaces de ocultar su malestar hasta el último momento.
Por este motivo, tanto los cuidadores como los veterinarios deben estar muy atentos a cualquier cambio. Incluso los más sutiles pueden revelar la existencia de alguna patología. Pero, ¿hay alguna manera de saber si un gato siente o no dolor? Explicamos cómo evaluar el dolor en gatos en el siguiente artículo.
Cómo es el dolor en los gatos
Básicamente, el dolor que pueden sentir los gatos se puede clasificar en agudo o crónico. El primero se da de forma puntual y puede ser una respuesta fisiológica predecible, por ejemplo, tras un golpe. Normalmente, suele ser más intenso durante las primeras 24-72 horas y es controlable administrando la analgesia adecuada.
En cambio, el dolor crónico es aquel que persiste a lo largo del tiempo. Puede que no descubramos el desencadenante, es decir, que no sepamos qué lesión lo ha originado. Además, puede no responder a los tratamientos analgésicos.
Por otra parte, algunas situaciones, como el estrés al que son muy propensos los gatos, pueden enmascarar el dolor, lo mismo que la coexistencia de varias enfermedades. Por ejemplo, un gato muy estresado o en mal estado por alguna patología puede no dar la más mínima muestra de dolor. En vez de reaccionar ante él, mantendrá una actitud pasiva.
Escala para interpretar el dolor en gatos
Los veterinarios cuentan con varios sistemas para intentar valorar el dolor agudo en los gatos. Pondremos como ejemplo una escala que se fija en las modificaciones de la expresión facial, conocida con el nombre de escala de la mueca felina o, en inglés, Feline Grimace Scale (FGS).
Es la más reciente. Fue desarrollada por el doctor Paulo Steagall y presentada en el año 2019. En concreto, esta escala observa la posición de las orejas, de los ojos, de los bigotes y de la cabeza y la tensión del hocico y les otorga puntuaciones de 0 (no hay expresión de dolor), 1 (la expresión es moderada o no está clara) o 2 (es evidente que hay dolor).
Si la puntuación total de todos los valores es de 4 o superior, significará que, efectivamente, el gato tiene dolor y será necesario administrarle analgesia. Por supuesto, el veterinario es el único profesional que puede prescribir fármacos.
Puntuación de la escala de la mueca felina
En detalle, la escala de la mueca felina se centra en la valoración de cinco parámetros a los que concede distinta puntuación, de 0, 1 o 2, según se observen. Lo hace de la siguiente manera:
- Posición de las orejas: hacia delante, separadas o planas y giradas hacia el exterior.
- Posición de los ojos: abiertos, parcialmente abiertos o entrecerrados.
- Posición de los bigotes: sueltos y curvados, ligeramente curvados o rectos o rectos, alejándose de la cara.
- Posición de la cabeza: sobre la línea del hombro, alineada con la línea del hombro o por debajo de la línea del hombro (o inclinada).
- Tensión del hocico: relajado (redondeado), levemente tenso o en tensión (elíptico).
Cómo puedo saber si mi gato siente dolor
La escala de la mueca felina quizás resulte demasiado técnica o compleja de interpretar para los cuidadores de gatos. Aun así, en su propio hogar pueden observar en los felinos algunos indicios sugestivos de dolor. Destacamos los siguientes:
- Pérdida del apetito (anorexia). El gato no come o come menos de lo que hasta entonces era habitual. También puede dejar de beber.
- Vómitos y/o diarrea.
- Respiración y latido cardiaco alterados.
- Hipersalivación.
- Dilatación de las pupilas (midriasis).
- Respiración superficial, abdominal o con la boca abierta.
- Solo es un dato válido si se mide con un termómetro. La temperatura corporal que se considera normal en los gatos oscila entre los 38 y los 39,2 ºC.
- Apatía y debilidad generalizada.
- Disminución de la movilidad. El gato no interactuará con otros miembros de la familia ni jugará. Además, es frecuente que pase tiempo escondido o descansando sin moverse durante horas.
- Ausencia de autoacicalado, es decir, el animal con dolor deja de limpiarse. Al contrario, si experimenta dolor en una zona puede aumentar el lamido en ella al punto de autolesionarse.
- Adopción de posturas anómalas. Son las conocidas como posiciones antiálgicas con las que busca aliviar su dolor.
- Reducción de las vocalizaciones en los gatos que hasta el momento eran muy “habladores”. Puede suceder lo mismo con el ronroneo.
Qué hago si mi gato tiene dolor
Si comprobamos o sospechamos que nuestro gato siente dolor, tendremos que ponernos en contacto con el veterinario. Este profesional deberá diagnosticar la causa y pautar el tratamiento necesario.
Jamás debemos administrarle al gato fármacos por nuestra cuenta. No solo podrían no ser efectivos y retrasar el diagnóstico correcto, sino que corremos el riesgo de provocar una intoxicación potencialmente fatal.