La ataxia es un trastorno neurológico que se caracteriza por la pérdida de la coordinación en los movimientos voluntarios. Por este motivo, es relativamente fácil de detectar, ya que veremos que el gato se tambalea o se mueve de una manera extraña. Pero, ¿qué es exactamente esta patología? Y, sobre todo, ¿cuál es su tratamiento? Hablamos de la ataxia felina en el siguiente artículo.

¿Qué es la ataxia?

La ataxia es un trastorno a nivel neurológico que afecta al sistema nervioso, desencadenando una serie de alteraciones, en este caso, en la movilidad normal del gato, pues afecta a las áreas encargadas del movimiento. Básicamente, provoca desequilibrios inestabilidad y descoordinación.

En ocasiones, la ataxia es congénita. Los gatitos nacen ya con este problema o lo desarrollan con pocos meses de vida. Otras veces, la ataxia se manifiesta tiempo después y es adquirida, es decir, se produce como consecuencia de una lesión, un traumatismo, como una caída desde gran altura o un atropello, enfermedades víricas, como la panleucopenia o la leucemia felina, o intoxicaciones por contacto con diferentes sustancias.

Hay varios tipos de ataxia que podemos dividir en:

  • Ataxia cerebelosa: debe su nombre a que la parte afectada es el cerebelo, la región del encéfalo que se encarga del control del equilibrio y de la coordinación motora.
  • Ataxia vestibular: su causa está en el sistema vestibular, que se encuentra en el oído interno. Este sistema se ocupa de mantener el equilibrio, la postura del cuerpo y coordinar los movimientos.
  • Ataxia sensorial: en este caso, el problema se localiza en el cerebro, la médula o los nervios periféricos que detectan la posición de las extremidades.

Signos clínicos de la ataxia

La ataxia en los gatos puede provocar diferentes signos clínicos, más o menos graves, que no solo afectan al movimiento. Destacamos los siguientes:

  • Modo de andar anómalo y difícil, en ocasiones, en círculos.
  • Movimientos atípicos, que pueden ser ampliados o más cortos de lo normal.
  • Descoordinación.
  • Movimientos extraños de la cabeza y ladeo.
  • Posturas corporales no habituales.
  • Caídas.
  • Imposibilidad de calcular bien los saltos.
  • Debilidad.
  • Temblores.
  • Desorientación.
  • Anorexia.
  • Vómitos.
  • Movimientos involuntarios de los ojos, lo que se conoce como nistagmo.
  • Problemas para orinar o defecar.
  • Maullidos constantes.

Tratamiento de la ataxia

Si detectamos en nuestro gato alguno o varios de los signos clínicos que hemos mencionado, la recomendación es acudir lo antes posible al veterinario. Este profesional revisará al gato, hará una valoración neurológica, nos preguntará los datos más relevantes sobre su salud y realizará las pruebas necesarias para confirmar o descartar la ataxia. Estas pruebas pueden ser desde las más sencillas, como analíticas de sangre, ecografías o ecografías, hasta las más complejas, como resonancia magnética o análisis del líquido cefalorraquídeo.

Si el diagnóstico es afirmativo, también determinará ante qué tipo de ataxia nos encontramos. Este dato es importante porque algunas ataxias, como las de nacimiento, no van a poder tratarse. Tendremos que limitarnos a convivir con la patología del gato y adaptarnos a sus dificultades motoras, ofreciéndole cuidados y un hogar seguro. Hay que saber que, al haber nacido así, para los gatos no supone ningún sufrimiento vivir con ataxia. Es decir, la ataxia, por sí sola, no es motivo de eutanasia.

Ataxias adquiridas que se originan por factores externos al gato, como la vestibular, sí pueden tratarse e incluso resolverse. Por supuesto, cuando la ataxia se relaciona con un fuerte traumatismo o una intoxicación, se trata de una urgencia. El veterinario, en primer lugar, tendrá que estabilizar al gato.

Prevención de la ataxia

Con lo que hemos explicado de la ataxia, es fácil suponer que no podemos hacer mucho para prevenirla. Tan solo podremos cuidar los oídos, revisándolos con regularidad y limpiándolos con la frecuencia que necesiten, a modo de prevención de la ataxia vestibular. También podemos controlar el ambiente para evitar que el gato entre en contacto con algún tóxico o sufra algún accidente que le pueda provocar ataxia.

Cuidados de los gatos con ataxia

Además de seguir las recomendaciones del veterinario, que se adaptarán a cada caso particular, debemos tener en cuenta algunas medidas en el hogar:

  • Ofrecer una alimentación de calidad, rica en ácidos grasos omega 3, antioxidantes y vitaminas del complejo B, buenos para la función cerebral y el sistema nervioso.
  • Recurrir a suplementos nutricionales, si así lo considera el veterinario.
  • Mantener al gato en su peso ideal, pues la obesidad puede complicar el cuadro. Para ello hay que dar las cantidades medidas de alimento y no excederse con los premios comestibles.
  • Revisar el hogar para garantizar la seguridad y la comodidad del gato, teniendo en cuenta su movilidad.