En ocasiones, nuestro perro o gato parece enfermo, pero tenemos dudas sobre si se trata de una emergencia que requiere la inmediata atención del veterinario o, en cambio, podemos esperar a conseguir una cita con más tranquilidad. En el siguiente artículo, repasamos las situaciones en las que es imprescindible llamar al veterinario.
Problemas para respirar
Un animal que respira con la boca abierta, extiende el cuello en busca de más oxígeno, jadea sin parar, emite sibilancias o ronquidos o muestra las mucosas de un tono azulado no está pudiendo respirar con normalidad. Va a necesitar atención veterinaria inmediata. Si la respiración se interrumpe por completo, existe riesgo de muerte en pocos minutos.
Traumatismos
Golpes fuertes, como los que pueden producirse por caídas desde gran altura o atropellos, podrían provocar fallos respiratorios, fracturas abiertas o cerradas, heridas profundas, conmociones cerebrales, etc. Todas estas circunstancias requieren el examen del veterinario con urgencia.
Diarrea y vómitos intensos
Los trastornos digestivos son los que más dudas suelen suscitar a los cuidadores a la hora de saber si hay que llamar al veterinario o no. En principio, siempre que se presente diarrea y/o vómitos en un animal de riesgo, se contactará con el veterinario, pues, aunque los trastornos digestivos pueden ser leves, también pueden deberse a causas graves.
Consideramos de riesgo aquellos animales más vulnerables, como son los cachorros, los ejemplares ancianos, los debilitados por alguna causa o los que ya tienen diagnosticada una enfermedad.
También contactaremos con el veterinario cuando el animal, aun no perteneciendo a ningún grupo de riesgo, vomita sin parar o muestra otros signos clínicos. Debemos ser conscientes de que la pérdida intensa de líquidos sin la reposición adecuada puede llevar, con facilidad, a la deshidratación, que es otra situación de riesgo.
Hemorragias
Cualquier sangrado fuera del manchado de las hembras a consecuencia del celo, es motivo de consulta con el veterinario. Lógicamente, no nos referimos al que procede de pequeñas heridas, pero sí al que aparece en los ojos, el vómito, las heces, la orina, los excrementos, la nariz, etc.
Podría deberse a enfermedades tan graves como la piometra o las úlceras gastroduodenales. Por supuesto, incluso si el sangrado procede de una herida, debemos acudir al veterinario en caso de que la hemorragia no remita, la lesión sea profunda o se localice algún objeto punzante clavado.
Coloración de las mucosas
Las mucosas normales son de una tonalidad rosada, como podemos ver en las encías. Si notamos que este color es diferente, debemos avisar al veterinario. Así, mucosas pálidas, amarillentas, grisáceas, enrojecidas, con puntitos rojos (petequias) o azuladas pueden indicar graves problemas de salud, como anemia, hemorragias, alteraciones en el hígado, golpe de calor, insuficiencia respiratoria, etc.
Dificultades para orinar
Los perros y los gatos orinan varias veces al día. En ocasiones, se producen alteraciones en esta pauta, como un aumento en el número de micciones, sangre en la orina o eliminación de pequeñas cantidades más veces al día de lo que hasta entonces era habitual. Hay que pedir cita con el veterinario, pues podríamos estar ante una infección de orina.
Pero, cuando el problema es que el animal no emite nada de orina, se trata de una urgencia veterinaria. Por ejemplo, puede haber una obstrucción o un fallo renal. En estos casos, la atención tiene que ser inmediata.
Dolor muy fuerte
Podemos sospechar de la existencia de un dolor fuerte si vemos al animal adoptar posturas anómalas en un intento de aliviarlo (por ejemplo, con las patas abiertas), hay jadeo, inmovilidad, falta de respuesta a nuestra llamada, reticencia a la palpación, gemidos, etc.
Algunas veces podremos ver la causa, por ejemplo, una fractura en la que observaremos una pata deformada, pero, otras veces, es un dolor interno. Será el veterinario quien deba determinar, lo antes posible, el origen.
Intoxicaciones
Convulsiones, hipersalivación, vómitos, diarrea, temblores o hemorragias son algunos de los signos clínicos que nos pueden indicar que un animal está intoxicado. Siempre debemos llamar al veterinario.
Este profesional nos dirá si el traslado a la clínica tiene que ser inmediato, si debemos provocar el vómito, etc. Es muy importante que, si lo descubrimos, informemos al veterinario sobre el producto que ha ingerido el animal.
Cuerpos extraños
Con cuerpos extraños nos referimos a todo tipo de objetos, como juguetes, espigas, piedras, prendas de ropa, huesos, etc. En general, cualquier objeto que pueda provocar una obstrucción de las vías aéreas pone en riesgo la vida del perro, pues podría dejar de respirar. Si la obstrucción se produce a nivel intestinal, también supone un grave peligro.
Además, pequeños cuerpos extraños que se pueden introducir en los ojos podrían llegar a originar lesiones de gravedad, al punto de perder la visión. Por este motivo, se consideran situaciones de urgencia.
Letargo
Un perro o gato tumbado, sin moverse, sin reaccionar a estímulos, implica una emergencia. Son múltiples las causas que lo pueden haber llevado hasta este estado, como una parada cardiorrespiratoria, una obstrucción de las vías aéreas, traumatismos, etc.
Algunas pueden haber provocado signos clínicos con anterioridad, que nos han pasado desapercibidos o no los hemos considerado lo suficientemente graves como para acudir al veterinario.
Por eso, cabe insistir en que cualquier anomalía, incluso aunque nos parezca leve o consecuencia de la edad, requiere consultar con el veterinario. Esto puede evitar llegar a situaciones tan graves. Cuando el animal está en este estado, debemos valorar su nivel de consciencia, la respiración y el latido cardiaco y llamar, de inmediato, al veterinario.
Abdomen agudo
El abdomen agudo es un dolor abdominal intenso causado por afecciones como la rotura u obstrucción de la vejiga, peritonitis, pancreatitis aguda, rotura del útero en perras gestantes, obstrucción intestinal o traumatismos abdominales.
El dolor suele ser repentino y, además, se registran signos de alarma como gemidos, jadeo, patas separadas, náuseas, inquietud, imposibilidad para tumbarse o sentarse, dificultades para respirar, etc. Además, un abdomen hinchado puede indicarnos la existencia de una torsión-dilatación de estómago. Es imprescindible acudir de inmediato al veterinario.
Hipotermia
Aunque perros y gatos son capaces de resistir mejor que las personas las bajas temperaturas, también pueden caer en la hipotermia, es decir, en el descenso de la temperatura corporal hasta cifras que ponen en peligro su vida.
Estos animales pueden temblar en un principio. Después, pasarán a un estado de apatía, letargo e incluso coma. Hay que proporcionarles calor y llevarlos, sin perder tiempo, al centro veterinario.