La falta de pelo en nuestro gato, tanto en una pequeña zona puntual como en áreas extensas del cuerpo, es motivo de consulta con el veterinario, ya que acostumbra a ser un signo clínico indicativo de diferentes enfermedades.

Estas pueden tener su origen en alteraciones físicas o emocionales y algunas de ellas se transmiten a otros animales e incluso a las personas. En el siguiente artículo repasamos las causas de calvas más comunes en gatos y explicamos qué hacer.

Estrés

Los gatos son animales muy sensibles a los cambios, por pequeños que estos sean. Una mudanza, la visita al veterinario o un simple cambio de muebles pueden hacerles experimentar un cuadro de estrés. Si la situación se prolonga en el tiempo, tendrá repercusiones en la salud del gato, más allá de calvas o mal aspecto del manto.

Pero hay que saber que, antes de pensar que las calvas son consecuencia del estrés, debemos visitar al veterinario para un examen general que permita descartar alguna causa física. Si se determina que la alopecia es por estrés, se recomienda:

  • Consultar con un etólogo o experto en conducta felina.
  • Revisar las condiciones de vida del gato para mejorar en los aspectos que sea necesario.
  • Reducir cualquier elemento o situación potencialmente estresante para él.
  • Priorizar por el enriquecimiento ambiental.

Parásitos externos

La presencia de parásitos, como pulgas, garrapatas o piojos, puede provocar picor y molestias, que el gato intentará aliviar rascándose o con un exceso de lamidos. Esta insistencia puede llevar a la aparición de calvas y otras lesiones, en función de la intensidad del prurito.

Para evitar este problema lo mejor es seguir un buen calendario de desparasitaciones pautado por el veterinario, desinfectar el ambiente y acudir al profesional al primer signo sospechoso. Por ejemplo, si notamos que el gato se rasca demasiado o descubrimos alguno de los parásitos mencionados.

Tiña

La tiña es una de las enfermedades dermatológicas que más se asocian a los gatos. Es una patología fúngica, es decir, causada por hongos, que se caracteriza por la aparición de calvas pequeñas y circulares, sobre todo localizadas en la cabeza.

Es una patología más habitual en gatitos, en ejemplares adultos con el sistema inmune debilitado, por ejemplo, por una inmunodeficiencia, o en aquellos que sufren estrés o viven en entornos poco higiénicos.

La tiña es autolimitante, con lo que podría resolverse sola, pero, al ser contagiosa y transmisible a los seres humanos, conviene informar al veterinario para iniciar tratamiento e implantar medidas de manejo. Además de acabar con el hongo, se trata de fortalecer el sistema inmune para que él mismo lo combata:

  • Administrar algún antifúngico durante todo el tiempo que determine el veterinario (suelen ser semanas).
  • Ofrecer una alimentación de alta calidad.
  • Reducir al máximo cualquier factor potencial de estrés.
  • Aspirar y desinfectar el entorno con frecuencia.
  • Lavar las camas del gato.
  • Evitar que entre en contacto con personas especialmente vulnerables, como niños o enfermos.

Alergias

En ocasiones, una reacción alérgica, es decir, una reacción de hipersensibilidad del sistema inmune ante una sustancia que, en principio, debería ser inocua, es la causa de la alopecia. La dificultad de las alergias está en que, al poder darse ante muy diferentes sustancias, suele ser difícil tanto diagnosticar el alérgeno concreto como evitar la exposición del gato a él.

Entre los alérgenos habituales están algunos alimentos, el polen, el polvo, los ácaros o la saliva de las pulgas. En estos casos, es habitual que el gato se rasque y llegue a producirse heridas de consideración. Tendremos que seguir el consejo del veterinario:

  • Administrar la medicación que paute para paliar la sintomatología, si se necesita.
  • Mantener al día las desparasitaciones del gato.
  • Controlar, en lo posible, la presencia de parásitos en el ambiente.
  • Dar un alimento de calidad.
  • Cuidar de la higiene del hogar.
  • Evitar la exposición del gato a sustancias potencialmente irritantes.

Efluvio telógeno

Este trastorno se relaciona con el estrés y se caracteriza por la falta de pelo en costados, vientre y pecho. Se debe a que, por un estrés fuerte y prolongado, los folículos del pelo no pueden iniciar la fase anágena (fase de crecimiento). El ciclo se ve interrumpido en la telógena (fase de caída).

Tras la superación del estrés vuelve a formarse pelo nuevo, a la vez que se pierde, bruscamente y todo junto, el que estaba en fase telógena. De ahí la aparición de calvas. No requiere ningún tratamiento.

Sarna

Algunos ácaros, como Demodex, Notoedres cati u Otodectes cynotis, pueden provocar sarna. Causan irritación en la piel, desencadenando picor y lesiones asociadas al rascado. Algunos de estos ácaros pueden transmitirse a otros animales o personas, de ahí la importancia de un rápido tratamiento.

El veterinario tendrá que identificar el ácaro y prescribir un producto acaricida adecuado para eliminarlo. En el hogar hay que implantar medidas de higiene del ambiente, como las referidas para la tiña.

Alteraciones hormonales

Algunas enfermedades relacionadas con hormonas, como el hipotiroidismo o el hiperadrenocorticismo, provocan diferentes alteraciones, entre las que se encuentra la caída del pelo. Esta acostumbra a ser simétrica, es decir, con calvas iguales a ambos lados del cuerpo.

Hay que saber que son enfermedades muy poco frecuentes en gatos. Para diagnosticarlas el veterinario tendrá que hacer una serie de pruebas específicas. Una vez confirmadas, se pautará un tratamiento adecuado, generalmente para toda la vida.