Quizá lo hayas visto por las calles de tu ciudad y hayas pensado en lo mono que es, la carita tan dulce y divertida que tiene o en lo pequeñito que parece, y es que, este perro es uno de la línea de los toy (lo perros más pequeños) más queridas por todo Japón. Pero es que el Chin Japonés no solo se mide por su físico, sino por lo que vale a nivel metafórico.
A diferencia de otros perros, el Chin Japonés ha sido desde un principio considerado como un perro más de la familia, de una clase alta y entregado como regalo a emperadores. ¿Sabes las razones del por qué? Sigue leyendo y descubre todo lo que no sabias y estás deseando conocer sobre el perro que ha conquistado corazones reales, el Chin Japonés.
Un origen algo confuso del Chin Japonés
De origen todavía algo misterioso, a pesar de que se cree que el Chin Japonés procede de China y que tuvieron un largo recorrido por Japón como regalo de la Casa Real china al emperador, no hay estudios que confirmen esa teoría, aunque sí se comenta que podría ser la más certera.
De hecho, muchos expertos aseguran que los Pekineses chinos y los Lhasa Apso tibetanos son algunos de los ancestros de esta variedad.
Estos perros se crearon en un primer momento como animales de compañía, a diferencia de otras razas, cuyo origen y destino era prácticamente para la caza o las labores del hogar como cuidar y proteger las puertas o el rebaño de la granja.
El Chin Japonés, el perro más selecto de la realeza
Al no tener un estatus de “perro de caza” o “perro de tareas”, el nivel de clase social del Chin Japonés creció y se volvió mucho más recatado, elegante y selecto. Esta variedad alcanzó un estatus muy importante dentro de la vida doméstica de los nipones de las clases más acomodadas.
En Japón, antiguamente el Chin Japonés se catalogaba en varias clasificaciones según el origen del que procedían: los Inu (de quienes descienden por ejemplo los Akita y los Tosa, famosos perros japoneses), siendo estos los perros de las clases más bajas, y los Chin, los cuales pertenecían a la realeza.
De hecho, un dato curioso es que robar algún perro de esta raza a quien sea o incluso, provocarle algún daño o herida, se llegaba a castigar antiguamente en Japón con la pena de muerte.
Un regalo que valía más que las joyas
Tal y como hemos comentado anteriormente, a diferencia de otras razas de perro, el Chin Japonés tenía cierto estatus en la sociedad, tanto que incluso no se les podía tocar o hacer algún tipo de daño.
Es tal el cuidado y valor que se le tenía, que el Chin Japonés comenzó a ser entregado como regalos entre las damas nobles y toda la realeza como presente valioso y poderoso, en honor al respeto que se le tenía a la otra persona. Este gesto era tan valorado o incluso más que las joyas o tesoros en algunas casas reales.
De hecho, fue a partir del siglo XIX cuando comenzaron a hacerse más populares todavía fuera de las casas reales gracias a los marineros portugueses que traían algunos ejemplares del Chin Japonés a Europa.
El Chin Japonés, el perro de los monjes budistas
Por si no lo sabías todavía, la razón de que esta raza fuera desde un principio animal de compañía y no perro de caza o de tareas tiene su origen en los templos budistas junto a los monjes.
La vida en un entorno de paz, meditación y tranquilidad, sin necesidad de desarrollar habilidades para la caza, la guarda o el pastoreo, se extrapoló no solo a los monjes sino a sus perros acompañantes, de ahí que el Chin Japonés esté considerado desde un principio como animal de compañía que guarda calma y serenidad.
Y es que, según cuentan las leyendas de Japón, el Chin Japonés era valorado por los monjes budistas como un miembro más de la familia dado su buen carácter, valor y temperamento. De ahí que pasara a convertirse en el regalo tan preciado que supuso más tarde para el país.