El término pentavalente aplicado a una vacuna nos indica que agrupa cinco componentes diferentes en tan solo una dosis. Así, con una única inyección se consigue que el perro esté bien protegido contra cinco enfermedades graves y muy contagiosas.
¿Qué son las vacunas?
Las vacunas son preparados que contienen diferentes patógenos procesados de forma que no pueden desarrollar una enfermedad. Al inocularse, el sistema inmunitario reacciona creando anticuerpos. Así, si el perro entra en contacto con la enfermedad, su cuerpo ya posee defensas con las que combatirla. De esta forma no sufre la enfermedad o cursa leve.
En caso contrario, es probable que un perro no vacunado no logre que su sistema inmunitario reaccione con la velocidad suficiente como para frenar la infección. El éxito de la vacunación en la prevención de numerosas enfermedades justifica la necesidad de establecer y respetar un correcto calendario de vacunaciones para nuestro perro desde cachorro.
Este puede iniciarse hacia las 6-8 semanas, según indique el veterinario en función de las circunstancias del perro. Una única dosis no ofrece toda la protección posible, por eso debe repetirse cada pocas semanas o, cuando el perro crece, una vez al año. En estas revacunaciones anuales se suelen utilizar vacunas como puede ser la pentavalente.
¿Para qué sirve la vacuna pentavalente para perros?
La vacuna pentavalente nos la podemos encontrar también bajo las siglas DHPPL. Actúa contra cinco enfermedades que son el moquillo o distemper, la hepatitis infecciosa, la parvovirosis, la parainfluenza y la leptospirosis. La primera dosis puede ponerse ya a las ocho semanas de vida y tiene que repetirse unas cuatro semanas después.
A partir de ese momento la revacunación se hace una vez al año. Vale la pena aclarar que una vacuna no es un tratamiento contra una enfermedad, sino su prevención. Esto quiere decir que no podemos dejar a nuestro perro sin vacunar pensando que, si enferma, lo curará la vacuna.
Si no vacunamos a nuestro cachorro y contrae alguna de las enfermedades mencionadas, no tendrá cura, sino tan solo un tratamiento de soporte a la espera de que el sistema inmunitario del perro consiga combatir la infección. Son enfermedades de gravedad que suponen un verdadero riesgo para la vida del perro. No hay ninguna necesidad de arriesgarse.
- Moquillo: esta enfermedad está causada por un virus. Es muy contagiosa y potencialmente mortal. Puede manifestarse a través de diferentes cuadros clínicos. Es posible que apreciemos que el perro presenta fiebre, anorexia, secreción nasal y ocular, tos, alteraciones digestivas y neuronales o endurecimiento de las almohadillas.
- Hepatitis infecciosa: es una enfermedad vírica muy contagiosa que afecta sobre todo a los cachorros antes de cumplir un año de vida. Ataca a los riñones, al hígado y a los vasos sanguíneos y puede evolucionar muy rápidamente, causando la muerte. Algunos de sus síntomas son fiebre, diarrea con sangre, abdomen recogido o hemorragias bajo la piel.
- Parvovirosis: es otra enfermedad causada por un virus que ataca fundamentalmente a las células del sistema digestivo. Provoca depresión, vómitos y diarrea muy característica que suele contener sangre. El cuadro es tan intenso que el perro se deshidrata con rapidez. Además de potencialmente mortal, es muy contagiosa y requiere hospitalización.
- Parainfluenza: el virus de la parainfluenza está implicado en una enfermedad muy conocida: la tos de las perreras. Los síntomas que provoca incluyen secreción nasal y ocular, fiebre, tos, vómitos o pérdida del apetito. Resulta muy contagiosa, de ahí que se considere problemática en lugares en los que se concentran numerosos perros.
- Leptospirosis: se trata de una enfermedad bacteriana que se caracteriza por provocar una variedad de síntomas entre los que se incluye la fiebre, la pérdida del apetito, los vómitos o la presencia de sangre en la orina. Fundamentalmente daña los riñones y el hígado. No siempre es fácil de diagnosticar, lo que puede retrasar el tratamiento.
¿Cómo aplicar la vacuna pentavalente a mi perro?
La mayoría de las vacunas se administran mediante una inyección subcutánea, aunque también las hay de otros tipos, como las intranasales. El pinchazo normalmente se efectúa en la zona de la cruz, es decir, entre los hombros. Pero no es un pinchazo que pueda dar cualquier persona.
Vacunar es un acto clínico que, por lo tanto, solo puede realizar un veterinario. Además, vacunar implica conservar la cadena de frío de la vacuna para garantizar que no pierde su eficacia. Pero, también, asegurarse de que el perro puede ser vacunado y no manifiesta ninguna contraindicación.
Para comprobarlo hay que realizar antes una revisión que determine que el perro está sano, ya que los enfermos no se deben vacunar, tampoco las perras en estado de gestación o los ejemplares que siguen determinados tratamientos farmacológicos. Por otra parte, también es muy importante que el perro esté bien desparasitado internamente.