La saculitis en los perros es el nombre que recibe la inflamación de una o de las dos glándulas anales. Esto provoca una acumulación de secreciones, que causará diversas molestias y puede acabar en la aparición de infecciones bacterianas secundarias y la formación de abscesos.
Ya que se trata de un trastorno relativamente común en esta especie, conviene que los cuidadores tengan información sobre la saculitis en perros para saber cómo identificarla y qué hacer para resolverla. Lo explicamos en el siguiente artículo.
¿Qué son las glándulas anales?
Las glándulas anales se encuentran en unos pequeños sacos que se disponen a ambos lados del ano. Contienen secreciones que ayudan a lubricar las heces, facilitando su expulsión. Se vacían en cada evacuación.
Además, son las responsables de la emisión del olor característico de cada perro, ayudando a marcar el territorio y, en definitiva, a la comunicarse entre ejemplares. Es la razón por la que los perros se olfatean la zona anal a modo de saludo.
En algunas circunstancias, como cuando el perro siente mucho miedo, también pueden vaciarse. El fluido es denso, oleoso y desprende un olor fuerte y muy desagradable. Resulta inconfundible.
Algunos ejemplares, por diferentes motivos, presentan dificultades para el correcto vaciado de las glándulas, lo que puede causar distintos problemas, incluso de forma recurrente. Pueden prevenirse revisando con regularidad las glándulas y vaciándolas manualmente, una tarea que puede aprender a hacer el cuidador en el hogar.
¿Por qué se produce la saculitis?
No existe una única causa de saculitis en los perros y no suele tratarse de un proceso único, es decir, es habitual detectar saculitis, infección e impactación (acumulación de fluidos sin que puedan salir de la glándula).
Estos procesos están muy relacionados. Uno puede originar los demás o se pueden presentar de manera sucesiva. En cualquier caso, estos son los principales factores involucrados en la aparición de saculitis:
- Dieta con un contenido insuficiente de fibra: la fibra es imprescindible para un buen tránsito intestinal y la formación de unas heces con la consistencia adecuada, que son las que ayudarán a vaciar las glándulas en cada evacuación. Además, unas heces demasiado duras irritan la zona anal.
- Edad avanzada: los cambios asociados a la edad pueden dificultar la defecación y repercutir en el estado de las glándulas. Por ejemplo, el estreñimiento es más frecuente en los perros mayores.
- Gestación y parto: al igual que en la vejez, las modificaciones asociadas a esta etapa de maternidad pueden acabar por causar una saculitis.
- Problemas digestivos: tienen relación con la saculitis porque son motivo de alteraciones que afectan a la consistencia y a la frecuencia de evacuación de las heces, como sucede en los casos de diarrea o de estreñimiento.
Signos clínicos de saculitis
Un perro con saculitis no va a poder vaciar las glándulas anales correctamente, lo que puede derivar en una infección y originar signos clínicos como los siguientes:
- Molestias y/o dolor más o menos intenso. Algunos ejemplares se quejarán solo con que intentemos levantarles la cola.
- Picor en la región anal.
- Lamidos o mordisqueos insistentes en la zona.
- Arrastre del ano por el suelo.
- Inflamación o hinchazón del área perianal.
- Problemas para defecar con normalidad e incluso estreñimiento. Hay perros que llegan a dejar de defecar para intentar evitar el dolor.
- Presencia de sangre en las heces.
- Pérdida del apetito.
- Malestar general.
- Vómitos.
- En los casos de infección puede aparecer fiebre y abscesos en el ano o en el perineo.
Tratamiento de la saculitis
El veterinario puede confirmar la saculitis examinando la región anal del perro, sin necesidad de realizar ninguna prueba. Puede ser una manipulación muy dolorosa, ya que se trata de una zona muy inervada, por lo que, en algunos casos, requerirá sedación. Hay que diferenciar la saculitis de otros procesos que pueden afectar a la zona, como neplasias o fístulas perianales.
El tratamiento se basa en el vaciado de la glándula, el lavado y la desinfección de los sacos y la administración de antibióticos para tratar la infección bacteriana, de ser el caso. Además, dependiendo de la causa involucrada en la aparición de saculitis, deben tomarse las medidas adecuadas. Por ejemplo, establecer una dieta de calidad que favorezca un buen tránsito intestinal.
Cuando hay una infección grave, suele drenarse el saco y dejar que cierre por segunda intención. Pero, en algunos casos, todo esto no será suficiente y habrá que extirpar la glándula. Es lo que se conoce como saculectomía. Suele reservarse para los perros que sufren saculitis recurrentes, pues no está exenta de complicaciones, como la incontinencia fecal. Por eso es el último recurso.