La queratoconjuntivitis seca canina (QSC), más popularmente conocida como ojo seco, es una enfermedad ocular que se considera grave, ya que, sin el tratamiento adecuado, puede incluso llegar a provocar ceguera. En el siguiente artículo, explicamos qué es la queratoconjuntivitis seca en los perros, a qué se debe y cómo podemos tratarla.

¿Qué es el ojo seco?

La queratoconjuntivitis seca u ojo seco es una afección ocular, relativamente frecuente, que puede llevar incluso a la ceguera y a la extracción del ojo, si no se trata adecuadamente.

Básicamente, se debe a que el perro no consigue mantener lubricado el ojo, al no poder producir lágrimas desde sus glándulas lacrimales o al no ser estas lágrimas de la suficiente calidad como para cumplir con su función. La sequedad que se produce es la responsable de la aparición de úlceras, infecciones y dolor.

Se considera una dolencia compleja y multifactorial. Puede presentarse de manera aguda, con signos clínicos de mayor gravedad, o crónica, con sintomatología más leve. La queratoconjuntivitis seca, normalmente bilateral, se origina por diferentes causas, como las siguientes:

  • Trastornos autoinmunes.
  • Otras enfermedades, como la diabetes o el hipotiroidismo.
  • Traumatismos.
  • Algunos fármacos, por ejemplo, antihistamínicos o sulfamidas.
  • Intervenciones quirúrgicas previas en los ojos.
  • Déficit de vitaminas.
  • Edad avanzada.
  • Alergias.
  • Factores ambientales, como aire acondicionado, contaminación ambiental, calefacción, etc.

Qué perros tienen queratoconjuntivitis seca

Cualquier perro puede sufrir esta enfermedad, sobre todo los de edad avanzada, aunque se considera que hay algunas razas que tienen un mayor riesgo de padecerla, como las braquicéfalas, por su conformación anatómica, o las tipo spaniel. Son perros como el cocker spaniel americano, el bulldog inglés, el carlino o el lhasa apso.

Signos clínicos de queratoconjuntivitis seca

Podemos sospechar que nuestro perro padece ojo seco si observamos signos clínicos como los siguientes, que suelen presentarse en los dos ojos:

  • Sequedad ocular.
  • Enrojecimiento de la conjuntiva (ojo rojo).
  • Aumento de la frecuencia del parpadeo.
  • Conjuntivitis crónica.
  • Opacidad en la córnea.
  • Secreción mucosa o mucopurulenta.
  • Lagrimeo.
  • Úlceras corneales de mayor o menor profundidad.
  • Dificultades para mantener los ojos abiertos.
  • Molestias y dolor.
  • Picor y escozor, que el perro intentará aliviar frotándose los ojos.
  • Intolerancia ante la luz (fotofobia).
  • Pérdida de la visión en los casos más graves.

Cómo se diagnostica la queratoconjuntivitis seca

Para saber si la afección que sufre nuestro perro es queratoconjuntivitis seca o no hay que acudir al veterinario. Este profesional, en primer lugar, examinará al animal y su historia clínica. Para llegar al diagnóstico se suele recurrir al llamado test de Schirmer, una prueba que permite determinar cuál es la producción de lágrimas.

Con este dato es posible saber si son suficientes o no para mantener el ojo humedecido. Según este parámetro, además, podrá saberse el nivel de la carencia, es decir, si la queratoconjuntivitis seca es subclínica, moderada o grave. Además, hay otras pruebas que pueden dar más información sobre el estado del ojo, como las tinciones o las citologías.

Tratamiento de la queratoconjuntivitis seca

Los perros que sufren de ojo seco van a tener que seguir un tratamiento de por vida para conservar la visión, es decir, estamos ante una enfermedad crónica. El objetivo será estimular la secreción de lágrimas para mantener el ojo bien lubricado. Para ello el veterinario puede prescribir colirios que el cuidador tendrá que aplicar en casa, a razón de varias gotas al día. Pasado un tiempo, habrá que volver a evaluar la situación.

Aunque la secreción de lágrimas ya fuera suficiente, como hemos dicho, no se puede retirar la medicación, sino que habría que seguir con esa misma dosis toda la vida, además de acudir a las revisiones que paute el veterinario. Cuando esto es difícil o el tratamiento tópico no está funcionando como debiera, el veterinario tendrá que valorar otras opciones.

También se puede recurrir a lágrimas artificiales, pomadas lubricantes, antimicrobianos o mucolíticos, en función de la sintomatología de cada caso. El veterinario tendrá que personalizar el tratamiento para ajustarse a las necesidades individuales de los ejemplares, ya que variará la causa de la enfermedad y el estado del ojo.

Además, se recomienda la suministración de una dieta rica en antioxidantes y sustancias antiinflamatorias. También conviene seguir una buena higiene ocular y evitar factores de riesgo, como la calefacción, el aire acondicionado, el polvo, los ventiladores, etc.