A lo largo de nuestra convivencia con los gatos se han ido desarrollando una serie de creencias, más o menos extendidas, sobre sus características o habilidades. Pero hay que saber que muchas de ellas son tan solo mitos que no cuentan con ningún fundamento científico. En el siguiente artículo, repasamos los principales mitos sobre los gatos.

Los gatos ronronean cuando están a gusto

Son muchos los cuidadores que creen que el ronroneo del gato indica siempre que se siente muy a gusto y feliz. No es extraño, ya que son muchos los ejemplares que ronronean mientras son acariciados o se encuentran en contacto con su cuidador. Pero no es cierto.

El ronroneo sí puede producirse en momentos placenteros, pero también es verdad que igualmente se puede desencadenar por dolor o estrés. Por lo tanto, el cuidador debe prestar atención a su gato para identificar si está expresando felicidad o, al contrario, se siente molesto por algún motivo.

Los gatos siempre caen de pie

Es cierto que los gatos cuentan con el reflejo de posicionar el cuerpo para caer siempre de pie. Pero lo que no consiguen siempre es el tiempo para realizar esta maniobra. De hecho, son frecuentes los accidentes por caídas desde ventanas y balcones en los que los daños más graves se producen al perder el equilibrio en pisos más bajos.

Esto se explica, precisamente, porque el gato no tiene tiempo a colocarse para caer en la mejor postura. En cualquier caso, vivamos a la altura que vivamos, es fundamental que protejamos puertas y ventanas para evitar caídas que pueden resultar fatales.

El equilibrio de los gatos está en sus bigotes

Los bigotes cumplen una importante función en los gatos, pero no son la base de su equilibrio. Es cierto que les ayudan a mantener el control del entorno que les rodea, les permiten orientarse en el espacio o detectar objetos cercanos, actuando como una especie de radar, pero el centro del equilibrio se localiza en el oído interno.

Los gatos comen solo lo que necesitan

Existe la creencia de que a los gatos se les puede dejar alimento a su alcance durante todo el día porque ellos solos son capaces de administrarse y consumir únicamente lo que necesitan. No es cierto.

Un gato que puede comer lo que quiera siempre acabará engordando, pues ingerirá más calorías de las que requiere. Lo ideal es pesar las cantidades adecuadas a sus características y distribuirlas en varias tomas al día.

A los gatos les gusta la leche

Es posible que haya ejemplares amantes de la leche, pero lo cierto es que, como cualquier otro animal lactante, se trata de un alimento que está destinado a su consumo solo durante los primeros meses de vida.

Después, en la etapa adulta, los gatos dejan de tener lactasa, la enzima responsable de digerir el azúcar de la leche (lactosa). Por este motivo, beber este alimento puede provocarles trastornos digestivos, como diarrea, dolor abdominal o vómitos.

A los gatos no les gusta el agua

Existe la creencia extendida de que los gatos odian el agua. No se trata solo de que no les gusten los baños con champú y secador, sino que huirán de todo contacto con este líquido que no sea para beber.

Es cierto que puede haber gatos que no la soporten y que la eviten en todo momento, pero también podemos encontrarnos con ejemplares que disfrutan de los baños o no tienen problemas en refrescarse dentro del agua. Incluso hay razas que destacan por su capacidad para nadar y pescar.

Los gatos se llevan mal con los perros

Los gatos no tienen una predisposición natural para llevarse mal con los perros. Al contrario, pueden convivir sin ningún problema, ya que la relación entre estas especies depende de las características de cada ejemplar.

Perros y gatos bien socializados no tendrán dificultades para compartir hogar. De hecho, pueden jugar juntos, hacerse compañía y crear un estrecho vínculo. Esto no quiere decir que no haya ejemplares que no acepten, de ninguna manera, esta convivencia.

Los gatos negros dan mala suerte

Esta afirmación es una superstición que no tienen ningún fundamento. Parte de la asociación de los gatos de este color con las brujas, el diablo o las epidemias. Lógicamente, lo cierto es que ni el color de los gatos ni ninguna otra de sus características físicas provocan mala o buena suerte. De hecho, en otras culturas se cree que los gatos negros son sinónimo de suerte y buenas influencias.

Los gatos tienen siete vidas

Como no podía ser de otra manera, los gatos no tienen ni siete ni nueve vidas. Eso sí, es notable la resistencia que demuestran ante enfermedades o accidentes, sobreviviendo en circunstancias muy adversas. Esta capacidad, que les hace parecer poseedores de más de una vida, no quiere decir que, como cuidadores, debamos relajar las medidas de seguridad.

Los gatos sobreviven a los incendios

Los gatos pueden fallecer en los incendios, como cualquier otro ser vivo, pero sí es cierto que parecen contar con una habilidad especial para encontrar la forma de salir de una casa en llamas y aparecer ilesos en los alrededores. Por este motivo, pueden conseguir salvarse de manera sorprendente. Pero nunca hay que correr riesgos.