Los perros pueden respirar más rápido de lo normal en diferentes situaciones, como después de alguna actividad física o cuando hace mucho calor. Este tipo de respiración jadeante en circunstancias como las que hemos descrito es completamente normal.
Pero si nuestro perro comienza a respirar con rapidez fuera de estos contextos debemos prestarle atención, pues es señal de un problema de salud que puede ser importante. ¿Por qué un perro respira muy rápido? Lo explicamos en el siguiente artículo.
Respiración normal de un perro
La respiración que se considera normal en los perros es de unas 10-30 respiraciones por minuto. Estamos hablando de perros adultos sanos, puede haber diferencias individuales. Si nos parece que la respiración de nuestro perro está siendo más rápida, podemos comprobarlo.
Tan solo hay que contar las veces que respira. De todas formas, cuando la respiración del perro es muy rápida suele haber otros signos clínicos que deben alertarnos. En cualquier caso, hay que consultar con el veterinario.
Fiebre
Cuando la temperatura del perro se eleva por encima de lo normal (más de 39,2 ºC), la respiración puede volverse rápida como consecuencia de un aumento del metabolismo. La fiebre no es una enfermedad en sí misma, sino que se trata de un signo clínico que puede aparecer en diferentes situaciones.
Un ejemplo son las enfermedades infecciosas. Debemos llamar al veterinario y nunca medicar al animal por nuestra cuenta. Fármacos comunes para los humanos pueden resultar fatales para los perros.
Dolor
Una respiración agitada puede indicar que el perro está sufriendo algún dolor. A veces, este puede ser evidente. Por ejemplo, si hay una pata rota o el abdomen está hinchado. Pero no siempre podremos identificar la causa, de ahí la necesidad de asistencia veterinaria. El profesional tendrá que revisar al perro para localizar el origen de la molestia y poder tratarla.
Estrés
En situaciones de estrés o nerviosismo, como los viajes en coche, las visitas al veterinario o unos fuegos artificiales, el perro hiperventila, es decir, comienza a respirar más rápido de lo normal para aumentar la oxigenación.
A veces es evidente el desencadenante, pero, si tenemos dudas, habrá que acudir al veterinario para que, en primer lugar, busque alguna causa física para el jadeo. Si se confirma el estrés, hay que intentar evitar el contacto con el desencadenante.
Si esto no es posible, al menos habrá que introducir pautas de adaptación. Un etólogo o experto en comportamiento canino puede darnos claves para un manejo adecuado del perro para el control del estrés.
Problemas cardíacos
La insuficiencia cardíaca congestiva puede manifestarse en perros con signos como la respiración acelerada, la intolerancia al ejercicio, el decaimiento, la tos, la falta de apetito, el adelgazamiento o los edemas.
Cualquiera de estos signos debe hacernos acudir al veterinario. Esta enfermedad no puede curarse, pero sí tratarse con fármacos y dieta especial para que el perro goce de una buena calidad de vida.
Intoxicaciones
El contacto con sustancias tóxicas puede provocar signos clínicos como respiración rápida, hipersalivación, descoordinación, vómitos, etc. Las sustancias tóxicas para perros son muy numerosas e incluyen alimentos, fármacos, plantas, basuras, productos químicos y un largo etcétera.
Si sospechamos que el perro está envenenado, hay que contactar de inmediato con el veterinario. En función de la sustancia tóxica, la cantidad, las características del perro o la rapidez con la que reciba atención, el pronóstico será más o menos grave. De estos datos también dependerá el tratamiento que paute el profesional.
Golpe de calor
Se trata de una urgencia veterinaria que se produce cuando el perro no consigue disminuir su temperatura corporal y esta se eleva hasta niveles peligrosos e incluso mortales. Un perro que está sufriendo un golpe de calor jadeará, tendrá la saliva pegajosa, mucosas rojas, diarrea con sangre, etc.
Hay que acudir de inmediato al veterinario y, mientras, intentar bajarle la temperatura trasladándolo a un lugar fresco y cubriéndolo con toallas mojadas. El descenso debe ser paulatino. Una bajada demasiado brusca también sería peligrosa para el animal.
Problemas respiratorios
Afecciones en las vías respiratorias, como la neumonía, también pueden aumentar la frecuencia respiratoria del perro. Normalmente, habrá otros signos clínicos que ayudarán a orientar el diagnóstico, como fiebre, secreción nasal o tos.
En los casos más graves puede comprometer la respiración del perro. Es imprescindible acudir al veterinario para que paute un tratamiento adecuado. En casa tendremos que mantener al perro en un lugar cálido y tranquilo y asegurarnos de que come y bebe.
Deshidratación
En la deshidratación el perro pierde más fluidos de los que repone. Podemos sospechar deshidratación si tiene vómitos y/o diarrea intensos, ojos hundidos, boca seca o no recupera el pliegue cutáneo (lo podemos ver estirando, con cuidado, la piel de la zona de la cruz).
Existen diferentes grados de deshidratación que se pueden tratar aumentando la ingesta de líquidos o administrándolos por vía subcutánea o intravenosa, en los casos más graves. El veterinario será el encargado de pautar el tratamiento, así como determinar la causa de la deshidratación.
Torsión-dilatación de estómago
Es otra urgencia para la que debemos procurar inmediata atención veterinaria. Se produce cuando el estómago se llena de gas, tanto que llega a girar sobre su eje. Requiere intervención quirúrgica y el pronóstico es reservado.
Los perros en este estado estarán muy inquietos, respirarán muy rápido con las patas delanteras abiertas, tendrán dolor y el abdomen estará muy hinchado, entre otros signos clínicos.