Las perras experimentan sangrados vaginales periódicos que reciben el nombre genérico de celo. Como las mujeres también tienen estos sangrados, algunos cuidadores, cuando su perra sangra, hablan de menstruación.
Pero los manchados de las perras no tienen nada que ver con la menstruación de las mujeres. ¿Sabes en qué se diferencian? Hablamos de la “menstruación” en perras en el siguiente artículo.
¿Las perras menstrúan?
Las perras, al alcanzar la madurez sexual, de media entre los 6 y los 9 meses, aunque hay variaciones en función de las razas, comienzan a manchar un par de veces al año, cada 5-6 meses. Algunas razas manchan solo una vez.
Este sangrado se produce en los días fértiles y, precisamente, nos indica que la perra está en su momento de fertilidad. La sangre se debe a un aumento de la irrigación en la zona. Por lo tanto, no podemos hablar de menstruación, pues son muchas las diferencias.
En primer lugar, el sangrado menstrual de las mujeres se produce todos los meses y no un par de veces al año. Por otra parte, el sangrado sucede cuando ningún óvulo ha sido fecundado.
El recubrimiento del útero (endometrio), que se había preparado para recibir un embrión, sin él, se desprende, con lo que estamos ante un momento no fértil en la mujer, justo lo contrario de lo que sucede en las perras. Por estos motivos, es del todo incorrecto que utilicemos el término menstruación cuando, en realidad, lo que queremos es hablar del celo de las perras.
El celo de las perras
Aclarados los conceptos, el manchado que podemos observar en las perras durante sus días fértiles suele acompañarse de otros signos clínicos más o menos evidentes. Destacamos los principales:
- Hinchazón y agrandamiento de la vulva.
- Lamidos constantes de la zona.
- Aumento del número de micciones.
- Nerviosismo.
- Pérdida del apetito.
- Cambios en el comportamiento.
- Receptividad ante los machos, que se verán atraídos por la perra.
Hay que saber que, en estos días, si la perra es montada por un macho puede haber fecundación y gestación. Para evitar camadas no deseadas hay que extremar las precauciones, administrar hormonas o, mejor, recurrir a la castración.
El ciclo de las perras
Para entender mejor los sangrados periódicos de las perras conviene conocer cómo es su ciclo reproductivo. Podemos dividirlo en cuatro fases:
- Proestro: se corresponde con el inicio de los días fértiles en los que se produce el sangrado del que estamos hablando. Suele durar unos 9 días, que pueden oscilar entre los 3 e incluso los 17. La secreción sanguinolenta es rosácea y la vulva está hinchada. La perra no se muestra, todavía, receptiva a la monta, aunque sí va a atraer a los machos, pues produce feromonas.
- Estro: también se conoce con el nombre de celo receptivo porque es justo en este momento cuando la perra comienza a dejarse montar. La ovulación suele suceder en el segundo día de esta fase. La secreción se vuelve de un rosa más oscuro. Aproximadamente, dura una semana, aunque hay oscilaciones entre los 2 y los 20 días. Sabremos que ha terminado cuando la perra deja de ser receptiva al apareamiento.
- Diestro: este periodo se inicia cuando la perra ya no muestra ningún interés por el macho. Dura, aproximadamente, 60 días, pero, si la perra se queda preñada, su duración coincidirá con la gestación y finalizará en el momento del parto. Perras no preñadas podrían experimentar falsos embarazos en esta etapa.
- Anestro: es la fase de inactividad sexual y la más larga de todas, ya que se prolonga hasta el inicio del siguiente celo, unos 130-150 días.
Cómo evitar que las perras sangren
Si queremos eliminar el sangrado en las perras, la opción que se recomienda es la castración. Se trata de una intervención que consiste en retirar los ovarios y el útero (o solo los ovarios).
De esta manera, se impide la aparición del celo y su sintomatología y se protege a la perra de padecer enfermedades asociadas a las hormonas sexuales, como los falsos embarazos, la piometra (infección del útero) o los tumores en las mamas.
Existen otros métodos para evitar la reproducción no definitivos y con efectos secundarios que hay que valorar. Conviene consultar con el veterinario para escoger la mejor opción para nuestra perra.