La intolerancia alimentaria supone una reacción adversa del organismo del perro frente a algún alimento, sin que se vea involucrado el sistema inmune. Aunque no es un trastorno mortal, el cuadro clínico que desencadena puede ser importante, mermando la calidad de vida del perro.

Por este motivo, es conveniente acudir lo antes posible al veterinario para iniciar el tratamiento, que incluye una dieta específica. Hablamos con más detalle de la intolerancia alimentaria en los perros a continuación.

¿Qué es una intolerancia alimentaria?

Como hemos avanzado, las intolerancias alimentarias son una respuesta fisiológica negativa, no inmunológica, que se produce tras la ingesta de un alimento concreto (o de varios). En ocasiones, se suele hablar de intolerancia o alergia indistintamente, pero, aunque ambas son reacciones adversas a los alimentos con signos clínicos similares, no son lo mismo.

Las alergias implican una reacción en la que se ve involucrado el sistema inmune. En las intolerancias, como ya hemos dicho, no participa este sistema. Es importante este dato porque, al no ser una reacción alérgica, no requiere de una exposición previa al alimento para manifestarse.

En otras palabras, puede producirse tras la ingesta de un alimento por primera vez y en perros de cualquier edad. Se han identificado varios mecanismos que están involucrados en la aparición de una intolerancia. Son:

  • Farmacológicos: por la presencia de principios activos en algunos alimentos, como la histamina o la cafeína.
  • Metabólicos: por el déficit de algunas enzimas necesarias para la digestión de algunos alimentos.
  • Tóxicos: por toxinas presentes en los alimentos o en bacterias u hongos que estos contengan.
  • Idiosincrásicos: por problemas del propio perro que no se engloban en las categorías anteriores.

Signos clínicos de intolerancia alimentaria

Los signos clínicos que nos pueden alertar de que se está produciendo una intolerancia alimentaria aparecen de manera inmediata tras la ingesta del alimento (en cuestión de minutos u horas) o varios días después. Destacamos los siguientes:

  • Picor (es el signo más común).
  • Eritema generalizado (enrojecimiento de la piel).
  • Piodermas (infecciones bacterianas en la piel).
  • Descamación de la piel.
  • Dermatitis provocada por el hongo Malassezia.
  • Trastornos gastrointestinales, como vómitos y diarreas.
  • Presencia de reacciones alérgicas como la atopia o la DAPP (dermatitis alérgica a la picadura de pulgas).
  • En menor medida, alteraciones neurológicas, oculares o respiratorias.

Tratamiento de la intolerancia alimentaria

Cuando se cree que un perro tiene una intolerancia alimentaria, el veterinario pautará lo que se conoce como dieta de eliminación o hipoalergénica, que se basa en retirar el alimento que se sospecha que ha desencadenado la reacción y alimentar al perro con una comida con ingredientes reducidos y, normalmente, una única fuente de proteínas. Se administrará durante unas ocho semanas.

Si el perro mejora, se da por supuesto que se confirma el diagnóstico de intolerancia. De lo contrario, tendrá que seguir investigando hasta encontrar la causa de la sintomatología del perro. Esto quiere decir que la dieta de eliminación sirve tanto de tratamiento como de diagnóstico. Por supuesto, si se confirma que un alimento desencadena la intolerancia en el perro, no hay que volver a dárselo.

Es importante señalar que, antes de la dieta, el veterinario buscará otras causas posibles que puedan explicar el cuadro del perro y también tratará los signos clínicos presentes. Cabe recordar que solo el veterinario tiene competencias para diagnosticar y tratar, prescribiendo a cada perro el tratamiento específico adaptado a sus circunstancias particulares.

Dieta de un perro con intolerancia alimentaria

Para pautar la dieta más adecuada, el veterinario preguntará por todos los alimentos que haya consumido el perro hasta la fecha, lo que incluye premios e incluso medicamentos. Esto es importante porque ninguno de ellos puede estar en la dieta de eliminación.

Esta se compondrá de una única fuente de proteínas nueva para el perro (habitualmente, caballo o conejo, aunque depende de cada ejemplar) y se irá introduciendo, paulatinamente, hasta sustituir al alimento anterior. Como hemos dicho, se dará durante unas ocho semanas, aunque puede prolongarse hasta 10-12.

Si el perro mejora, se hace el llamado test de provocación, que consiste en volver a la dieta antigua durante 1-2 semanas. Los perros con intolerancia alimentaria presentarán nuevamente los signos clínicos en este periodo. Es el momento de confirmar la intolerancia y recuperar la dieta de eliminación.

Según las indicaciones del veterinario, se pueden ir añadiendo alimentos para intentar detectar cuál es el causante de la intolerancia.