Por desgracia, muchos de nuestros gatos domésticos, sobre todo los de más edad, padecerán una dolencia crónica y degenerativa que afecta al funcionamiento de los riñones. Se trata de la enfermedad renal crónica felina.

Este problema deben conocerlo todos los cuidadores de gatos para poder actuar lo antes posible. No es curable, pero sí se puede tratar para mantener al gato con la mejor calidad de vida posible, como explicamos en el siguiente artículo.

Qué es la enfermedad renal crónica

La enfermedad renal crónica, ERC por sus siglas, es una patología irreversible, progresiva y degenerativa que daña el riñón y altera su buen funcionamiento. Son múltiples las causas que pueden estar involucradas en la aparición de la ERC, como anomalías hereditarias, metabólicas, mecánicas, neoplásicas, inmunes o la presencia de infecciones o tóxicos.

Además, algunos casos son idiopáticos, es decir, de origen desconocido. Es más común diagnosticar ERC en gatos a partir de los 10 años de edad y, especialmente, en aquellos que superan los 15. El problema es que los riñones son capaces de compensar su función hasta que los daños son muy extensos, que es cuando podemos detectar los primeros signos clínicos.

Esto lleva a que los diagnósticos se produzcan cuando la enfermedad ya está avanzada. Se diferencian hasta cuatro estadios dentro de la ERC, en función de la gravedad. El tratamiento varía según el estadio en el que se encuentre el gato.

Signos clínicos de enfermedad renal crónica

La sintomatología de la ERC, además de que puede detectarse tarde, tal y como hemos explicado, también corre el riesgo de atribuirse a la edad. Es decir, los cuidadores pueden pensar que los signos clínicos que muestra su gato son fruto del envejecimiento y no de una enfermedad, lo que retrasará, todavía más, el diagnóstico.

Así pues, además de acudir a las revisiones pautadas por el veterinario, debemos consultar con este profesional siempre que observemos signos clínicos como los siguientes:

  • Aumento en la ingesta de agua y en la eliminación de orina (polidipsia y poliuria).
  • Disminución del apetito (anorexia).
  • Náuseas y vómitos.
  • Deshidratación.
  • Aliento con mal olor (halitosis).
  • Problemas en la boca, como enfermedad periodontal, gingivitis o úlceras.
  • Pérdida de peso y/o de masa muscular.
  • Mal aspecto del pelaje.
  • Dolor abdominal.
  • Palidez de mucosas.
  • Cambios en el comportamiento, como un estado anímico más apático o la ausencia de autoacicalamiento.

Cómo se diagnostica la enfermedad renal crónica

Si sospechamos que nuestro gato puede padecer esta enfermedad, debemos acudir, lo antes posible, al veterinario. Este profesional nos preguntará sobre la sintomatología que hemos observado y revisará al animal, fijándose, especialmente, en la masa muscular, el peso, la presión arterial, la hidratación y la región abdominal.

El diagnóstico se confirma con análisis de sangre y de orina, que ofrecen información sobre el estado de la función renal. También es posible realizar pruebas de imagen, como radio y ecografías.

Tratamiento de la enfermedad renal crónica

No hay un único tratamiento para la ERC, ya que depende del estadio en el que se clasifique el gato, de la sintomatología que manifieste, etc. Por este motivo, va a requerir ajustes periódicos según la evolución.

En cualquier caso, el objetivo del tratamiento es retrasar en lo posible la progresión de la enfermedad, preservar la funcionalidad renal existente, controlar la sintomatología y mantener la calidad de vida.

Para ello, el veterinario tratará cualquier factor vinculado a la ERC y otras enfermedades que se puedan presentar en concurrencia. En general, prescribirá una dieta específica, formulada para gatos con esta enfermedad. En algunos casos, puede incluirse suplementación y farmacoterapia contra los signos clínicos. Se recomienda que la alimentación sea húmeda para combatir la deshidratación.

Además, se debe fomentar el consumo de agua, aumentando el número de bebederos, instalando fuentes o incluso saborizando el agua, siempre siguiendo el consejo del veterinario. En los casos más graves, deben reponerse líquidos mediante su administración subcutánea y, sobre todo, intravenosa. También puede recurrirse a la alimentación por sonda.

Esperanza de vida de un gato con ERC

La esperanza de vida de los gatos con esta enfermedad es muy variable, pudiendo oscilar entre algunas semanas y hasta varios años. Va a depender de múltiples factores, como el estado inicial del ejemplar, la rapidez a la hora de iniciar el tratamiento, el propio tratamiento y cómo lo acepte el gato, las complicaciones de salud que puedan surgir, los niveles de fósforo en sangre o el estadio en el que se clasifica el animal.

En general, los ejemplares en fases más avanzadas de la enfermedad tienen un peor pronóstico y, en consecuencia, una menor esperanza de vida que los gatos diagnosticados en las primeras fases de la ERC.

A modo de ejemplo, un ejemplar en estadio 2 podría vivir entre 1 y 3 años. Al contrario, un gato en el estadio 4, el de mayor gravedad, cuenta con una esperanza de vida que oscila entre 3 semanas y 3 meses.

Prevención de la enfermedad renal crónica

No vamos a poder evitar que nuestro gato desarrolle ERC, pero sí podemos intentar detectar la enfermedad lo antes posible y, por lo tanto, iniciar un tratamiento temprano. Por ello, es recomendable acudir al veterinario al menos una vez al año para una revisión completa.

En gatos mayores de 7 años se aconsejan las revisiones cada 6 meses para controlar el peso, la condición corporal y la presión arterial y cada 12 para realizar analíticas de sangre y de orina.

El examen de parámetros como la masa muscular, la densidad de la orina o los niveles de creatinina o SDMA en la sangre pueden ser indicativos de ERC ya en fases tempranas. Su observación permite iniciar un tratamiento desde el primer momento, incluso antes de que detectemos sintomatología.