Pocas veces prestamos atención a las almohadillas de los perros, aunque lo cierto es que son elementos indispensables para su movilidad normal. Están expuestas a diferentes elementos que pueden lesionar su integridad, llegando a provocar trastornos incluso de importancia. En el siguiente artículo hablamos de los cuidados de las almohadillas de los perros para prevenir y tratar estos problemas.

Características de las almohadillas

Las almohadillas son los puntos de apoyo del perro. Están constituidas por depósitos de grasa, tejido elástico y, por encima, una gruesa capa de queratina. Esto proporciona elasticidad y amortiguación de los impactos del perro contra el terreno al caminar, saltar o correr.

Además, permiten distribuir el peso corporal del animal de manera equilibrada entre las cuatro patas. Las almohadillas también disponen de glándulas sudoríparas, que ayudan a controlar la temperatura corporal y las mantienen algo humedecidas para su protección.

Tampoco hay que olvidar que cuentan con terminaciones nerviosas, que es lo que hace que sean tan sensibles. Tanto que algunos perros ni siquiera permiten que las toquemos. Además, su vascularización hace que puedan sangrar con relativa facilidad.

En resumen, las almohadillas cumplen importantes funciones, como facilitar la deambulación del perro por diferentes terrenos, sudar y, un último e importante cometido: la comunicación olfativa, ya que el olor característico del perro se deja al pisar o rascar el suelo. Exteriormente, sabremos que están sanas si al tocarlas están suaves y firmes.

Daños en las almohadillas

Si hiciésemos una sencilla equivalencia, podríamos decir que las almohadillas de los perros son como nuestros zapatos. Así, aunque son muy resistentes y perfectamente preparadas para cumplir su función, como los zapatos, van a estar expuestas a distintos elementos que pueden acabar por ocasionarles daños de distinta consideración.

Además, con la edad se van desgastando y perdiendo elasticidad. No hay que olvidar que están siempre en contacto con el suelo. Los principales daños que pueden sufrir las almohadillas fruto de esta interacción o del contacto con patógenos son los siguientes:

  • Grietas.
  • Quemaduras por frío o calor.
  • Heridas, en ocasiones con cuerpos extraños incrustados.
  • Infecciones, sobre todo bacterianas y fúngicas.
  • Otras enfermedades como la hiperqueratosis plantar o la dermatitis por contacto.

Signos clínicos de daños en las almohadillas

Podemos sospechar que las almohadillas de un perro no están en las mejores condiciones si detectamos signos clínicos como los siguientes:

  • Cojera o cualquier anomalía al caminar.
  • Lamido o mordisqueo recurrente.
  • Dolor (no deja que le toquemos las patas o se queja).
  • Oscurecimiento de los pelos alrededor de las almohadillas.
  • Disminución de la actividad física normal (el perro pasa más tiempo quieto).

Cómo tratar daños en las almohadillas

Si apreciamos cualquier lesión en las almohadillas, conviene que actuemos lo antes posible. Por este motivo, es importante que revisemos con regularidad esta parte del cuerpo, aunque el perro no muestre señales de dolor o incomodidad. Un daño leve que empeora puede llegar a complicarse, afectando a la correcta movilidad del animal.

Heridas pequeñas y superficiales pueden tratarse en casa, limpiando con agua abundante y jabón y aplicando un desinfectante. Si apreciamos desecación o alguna grieta también pequeña y poco profunda, igualmente podemos tratar en casa utilizando algún producto hidratante.

De apreciar incrustado algún cuerpo extraño se puede intentar retirar con unas pinzas, pero sin forzar, pues podríamos provocar más daño. Si no conseguimos quitarlo, así como en el resto de situaciones, habrá que acudir al veterinario. En ocasiones, es necesario dar puntos o administrar tratamientos con antibióticos o antifúngicos que solo podrá recetar este profesional.

Cómo prevenir daños en las almohadillas

Dado el grado de exposición de las almohadillas a diferentes elementos peligrosos para su integridad, conviene saber cómo cuidarlas para evitar, en lo posible, que sufran daños. Hay que prestar atención a los siguientes aspectos:

  • Evitar pasear al perro por terrenos muy complicados o que estén a altas o bajas temperaturas, especialmente si pensamos andar durante largo tiempo. Son ejemplos a evitar el hielo en invierno o el asfalto caliente en verano. Si vamos a pasar por este tipo de terrenos, podemos aplicar productos para perros formulados para proteger las almohadillas en estas situaciones.
  • Utilizar productos hidratantes. Los hay específicos para perros, pero también sirve la vaselina, el aceite de oliva o el aloe vera. Protegen las almohadillas y previenen su desecación y la formación de grietas.
  • Si son muy largos, recortar los pelos que crecen entre las almohadillas.
  • Recurrir a zapatos específicos para perros si vamos a caminar por zonas difíciles o practicar ejercicio intenso.
  • Secar las almohadillas mojadas al llegar a casa, ya que la humedad favorece la proliferación de hongos.
  • Mantener una actividad física adecuada a las necesidades del perro, ya que tanto puede dañar las almohadillas el ejercicio intenso como el excesivo sedentarismo.
  • No permitir que el perro camine sobre sustancias potencialmente dañinas o irritantes, como productos químicos que utilizamos para fregar el suelo.