La castración, también conocida (incorrectamente) como esterilización, es una intervención quirúrgica que se realiza de forma muy habitual en las clínicas veterinarias. Permite controlar la reproducción de los gatos y prevenir problemas de conducta o enfermedades que se asocian a las hormonas sexuales. En el siguiente artículo, explicamos con detalle qué es la castración en gatos.
¿Qué es la castración?
La castración es una operación que consiste en la extracción de los testículos en los machos y de los ovarios y el útero (o solo los ovarios) en las hembras. Es una intervención que, por supuesto, solo puede hacer un veterinario en un quirófano. Es relativamente sencilla, sobre todo en los machos.
En las hembras puede ser más compleja, al tener que retirar órganos internos, a diferencia de los testículos. Aun así, las técnicas quirúrgicas están evolucionando y estas operaciones cada vez se hacen de forma más rápida y menos traumática, lo que favorece la recuperación y mejora los resultados.
Los gatos que vayan a ser castrados deben acudir a la clínica en ayunas para evitar vómitos durante la preanestesia o la anestesia. Estos podrían acabar en las vías respiratorias, lo que supone un riesgo.
El veterinario procederá a dormirlos utilizando diferentes fármacos para que no experimenten ninguna molestia durante el procedimiento. Ese mismo día, una vez despierten de la anestesia, ya podrán volver a casa.
¿Castrar y esterilizar es lo mismo?
De manera popular, castrar y esterilizar se utilizan como sinónimos, pero no lo son. Castrar, como hemos explicado, implica la extracción de testículos, ovarios o útero. Es la intervención que acostumbra a hacerse en las clínicas veterinarias.
En cambio, esterilizar es tan solo evitar que el animal se reproduzca, lo que se podría conseguir con técnicas como la vasectomía o la ligadura de trompas, muy poco frecuentes en la práctica clínica.
Esto se explica porque la operación en los gatos no solo busca que no tengan descendencia, sino que se pretenden evitar las conductas asociadas al celo, como orinar fuera del arenero, y las enfermedades que se relacionan con las hormonas sexuales, como la piometra (infección del útero) o los tumores mamarios. Si tenemos dudas sobre estos procedimientos o las opciones más adecuadas para nuestro gato, debemos consultar con el veterinario.
¿Cuándo hay que castrar a un gato?
En la actualidad, se recomienda que la castración se haga cuando el gato haya completado su desarrollo, pero antes de que alcance la madurez sexual. Esto puede situar la edad media de la intervención en los 5-6 meses o algo más tarde, sobre todo en el caso de los machos.
Es una cifra que va a depender, también, de la fecha de nacimiento del animal, pues el celo se relaciona con la incidencia de la luz solar. En otras palabras, si una gata nace en el hemisferio norte a finales de verano, es probable que no entre en celo hasta la primavera siguiente.
En cambio, las gatas nacidas a final del invierno podrán entrar en celo el verano de ese mismo año. Como siempre, será el veterinario quien controle el desarrollo del gatito y nos recomiende la mejor fecha para la operación.
Cuidados de un gato castrado
El posoperatorio de la castración es sencillo, sobre todo en el caso de los machos. Estos tan solo tendrán un pequeño corte, sin puntos, con lo que lo habitual es que lleguen a casa y se comporten como siempre, con el mismo apetito, actividad, etc. Tan solo tendremos que vigilar la zona.
De todas formas, algunos gatos más sensibles pueden estresarse con el traslado al veterinario, el manejo en la clínica, los diferentes olores, etc. Estos gatos pueden volver a casa asustados y tardar unas horas en recuperar la normalidad.
En las gatas la operación que hay que hacer requiere algo más de control posoperatorio, ya que es más compleja que en los machos. Así, el primer día pueden estar inapetentes y más paradas de lo normal. Debemos tener en cuenta:
- Vigilar la evolución de la incisión y hacer las curas que nos recomiende el veterinario.
- Dar la medicación, normalmente antibióticos y antiinflamatorios para prevenir infecciones secundarias y controlar el dolor.
- Ofrecerles su comida favorita si están sin ganas de comer.
- Prepararles un lugar cómodo y cálido en el que descansar, pues pueden estar molestas.
- Evitar que den grandes saltos o jueguen bruscamente.
- Reducir en lo posible cualquier factor que sabemos o sospechamos que les resulta estresante. Por ejemplo, no será el mejor momento para un baño.
- No dejarlas salir al exterior, si tienen acceso, hasta que el veterinario les dé el alta.
Efectos secundarios de la castración
Todavía circulan numerosos mitos sobre los efectos de la castración, como que vuelve dóciles a los gatos, obesos o les quita el instinto de caza. Lo cierto es que esta operación no afecta al carácter ni a las habilidades del gato. Es decir, si ha destacado por su actividad cinegética, podrá seguir cazando con la misma pericia.
Sí podemos verlo menos juguetón, pero es un aspecto que se relaciona con la edad y no con la operación. Dicho de otra manera, el gato se hace mayor y, en consecuencia, puede aumentar su tiempo de descanso y reducir el de juego.
Lo que sí se sabe es que la castración afecta al metabolismo. Es decir, si el gato come lo mismo que antes y cada vez se mueve menos, el resultado será la acumulación de kilos. Por este motivo, se recomienda ajustar la dieta a la nueva condición y fomentar la actividad física.